Enseñanza malformada y aprendizaje deformado

Enseñanza malformada y aprendizaje deformado
Enseñanza malformada y aprendizaje deformado

Cuando uno se pone viejo le queda la ventaja de poder afirmar cosas aunque no tenga todas las pruebas. Con los indicios es suficiente. Después de 50 años de docente, y de haber cometido infinidad de errores, me doy cuenta de ello.

Es frecuente leer y escuchar que todo se resuelve con educación, a lo que habría que modificar y referirse a la “buena educación”, es decir impartida por docentes bien formados a alumnos bien motivados.

Muchas carreras han perdido el concepto de lo holístico, es decir concebir cada realidad como un todo, distinto de la suma de las partes que lo componen.

Un médico al cual uno acude por un fuerte dolor de cabeza seguramente le receta un analgésico para calmarlo sin preguntarse demasiado cual es la causa del mismo. Un arquitecto a quien uno le solicita el diseño de una casa de dos dormitorios, no averigua ni cuantos miembros tiene la familia, sus gustos y costumbres. Un ingeniero agrónomo consultado sobre los bajos rendimientos de un cultivo seguramente recetará más fertilizantes y uso de agrotóxicos, sin tener en cuenta clima, suelo, genética y mercados a los que pretendo acceder. Un mecánico a quien uno lleva su automotor para reparar el caño de escape, lo arregla sin evaluar ni advertir la pérdida de aceite del cárter, que ni siquiera descubrió.

Así podríamos seguir con cada uno de los oficios y profesiones.

¿Dónde está el problema? Generalmente no está solo en los contenidos de los programas de estudio, está en el criterio con que los docentes imparten sus clases.

Es un modelo simplista que llena a los estudiantes de información vacía de contenidos, muchas veces en forma de “recetas” (que el estudiante agradece por simplificarle las respuestas de sus exámenes).

El problema es que en la vida nos encontramos siempre con problemas multicausales que pocos saben siquiera plantear para luego buscarle la solución.

Si rescatáramos los viejos textos de pedagogía y didáctica tal vez contribuiríamos a enfrentar mejor la formación de técnicos y profesionales.

Quien fuese la “madre” de los jardines de infantes y las reformas docentes, la educadora riojana Rosario Vera Peñaloza, al no tener medios (pizarra, cuadernos, lápices) para educar dentr de una paupérrima escuelita riojana “inventó” la táctica de la actividad creadora.

Paseaba con sus niños en los áridos paisajes que rodeaban a su escuela para lograr el conocimiento a través del juego y de la exploración de suelo, clima, plantas, animales y ambiente. Así lograba la agudización de los sentidos, la expresión oral a través de la narración creativa de los niños y el uso de las manos como herramientas creadoras.

Reconocía el valor del juego y la libertad como promotor del ocio creador.

Para Vera Peñaloza, el juego en el jardín de infantes adquiere un valor de estrategia casi excluyente y lo confirma cuando dice: “... es así como trabajamos, aunque parezca que jugamos”.

José Luis Burba

DNI 5.263.712

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