Entre Ríos: una forma de vida

Colonias, parajes rurales y pintorescas poblaciones en las que el turismo es una excusa para lograr un verdadero intercambio cultural.

Entre Ríos: una forma de vida

En los alrededores de Colón, en la provincia de Entre Ríos, la propuesta de turismo rural está integrada por historias de inmigrantes, un hermoso paisaje y una tierra con su gente de tradición aferrada al trabajo artesanal.

Todos estos elementos se conjugan en un mix de emociones y tradiciones. Estos destinos rurales exhiben sus paseos turísticos y producción a la vez que invitan a degustar alimentos saludables, a hacer actividades de campo y a alojarse en hospedajes rurales.

La cultura campestre que se percibe por allí es atrapante. Al indagar sobre las raíces históricas de las Colonias que integran esta propuesta turística, se logra una vivencia profunda del campo. Un plus, sin dudas es, el entorno paisajístico, delineado por el Río Uruguay.

La Tierra de palmares es un ambiente natural, con una geografía agreste donde conviven familias que abren las tranqueras de su terruño y, mate de por medio, logran un intercambio cultural respetuoso con los visitantes.

Una linda historia

Situada al sudoeste de la ciudad de Colón, a tan sólo 13 kilómetros, se encuentra esta pequeña colonia rural que nació en 1871 por iniciativa de Luis Hughes. Al ingresar al poblado, en una de sus viejas casonas, hay exposición y venta de antigüedades que  dan la bienvenida al mundo rural. Sulkys, carruajes, arados, muebles, entre otros elementos, recrean la vida en estas latitudes hace más de 145 años. En el pueblo existe también, una capilla de 1895 dedicada a San Luis Gonzaga.

Vale decir que Colonia Hughes atesora una historia, poco conocida para los que no son del Litoral Argentino. Nos referimos al Falansterio de Durandó.

Resulta que Juan José Durandó, de origen suizo, junto a su familia, se radicó en un campo de esta Colonia en 1888. Allí inició un establecimiento agrícola en el que vivían y trabajaban 120 personas. Era una comunidad que se auto abastecía y en la que se practicaba la modalidad del trueque.

Los falansterios surgieron de la obra del filósofo francés Charles Fourier, sobre el socialismo utópico.  El ideal era una sociedad agrícola en la que los integrantes habitaran en un único edificio rodeado de tierras cultivables.

A cada persona le correspondía un trabajo según su inclinación, que lo podían alternar para evitar la rutina.

El Durandó contaba con sembradíos, frutales, una gran huerta, invernáculo, herrería, carpintería, zapatería, sastrería, escuela de primeras letras, artes y oficios. Vale agregar que allí también producían vino y grapa.

Actualmente en el pueblo es posible visitar una granja educativa con visitas guiadas, para conocer sobre la cría y características de aves ornamentales de gran atracción por su plumaje colorido, como los faisanes, pavos reales, entre otras especies.

La capilla de San Anselmo

San Anselmo, otra de las colonias, se sitúa a 16 kilómetros al sur de Colón. Por su ubicación cercana al río Uruguay, ofrece alternativas turísticas  como kayakismo, paseos en lancha, cicloturismo y senderismo por las orillas.

Por supuesto que en la zona, está presente el turismo rural con base en sus establecimientos que se dedican a la cría de caprinos y producen queso y dulce de leche de cabra.

In situ es muy recomendable visitar la capilla del pueblo. Se trata de una construcción de piedra, una rareza para la zona. Es una pequeña joya arquitectónica que se levantó a mediados del año 30 del siglo pasado. Sus paredes son irregulares y con un sistema francés de 110% de pendiente por metro cuadrado en su techo. La devoción cristiana de los habitantes de Colonia San Anselmo se refleja en esta edificación concluida en 1939.

El Molino Forclaz

Al noroeste de la ciudad de Colón (a tan solo 4 kilómetros y a medio camino hacia San José) se alza esta magnífica obra arquitectónica de fines del siglo XIX construida entre los años 1888 y 1890.

Este particular molino de estilo holandés, fue alzado por el inmigrante suizo Juan Bautista Forclaz, cuya finalidad era moler granos de trigo y maíz. Necesitaba vientos muy potentes para mover sus astas y como en la zona no soplan con intensidad, nunca llegó a funcionar plenamente. Su dueño tuvo que volver al viejo sistema de molienda llamado malacate.

La base del molino es de 25 metros de circunferencia y sus paredes de 1 metro de espesor, realmente una increíble construcción que retrata la historia y la cultura de la región. En 1985 fue declarado Monumento Histórico Nacional y en 2003 Patrimonio Arquitectónico de la provincia de Entre Ríos.

Hoy es posible recorrer todo el conjunto: la antigua vivienda, los galpones de depósito, el malacate y el aljibe. En períodos de vacaciones y fines de semana largos, se realizan visitas guiadas teatralizadas y visitas nocturnas.

La naturaleza, las tradiciones y la gastronomía, se conjugan en esta propuesta en la zona rural de Colón. Un pintoresco collage de emociones, se presenta como un imperdible para conocer y compartir la historia de la inmigración en la zona.

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