Hace días concurrí al Aeropuerto de Mendoza, en una visita que me resultó deprimente.
Según los tableros indicadores, llegan y salen alrededor de veinte vuelos diarios, o sea en promedio un vuelo de entrada y otro de salida cada cuarenta minutos.
Como se requiere llegar con una antelación de dos horas, en cualquier momento coexisten los pasajeros que se embarcarán en los próximos dos vuelos, o sea alrededor de, por lo menos, trescientas personas.
A ello se agregan los amigos y parientes de quienes esperan a quienes llegan a Mendoza.
Estos últimos y quienes optan por permanecer en la planta baja, tienen a su disposición, solamente dieciocho sillas en el sector “nacional” y doce en el sector “internacional”.
Quienes suben al primer piso, a la zona de embarque, se encuentran con que no hay ninguna silla.
Me indignó ver a varias personas, algunas ancianas, esperando sentadas en el suelo.
En ambos sectores, ¿será una deleznable e incalificable estrategia para derivar personas hacia negocios y sillas de los restaurantes, con la mediata intención de mantener elevados alquileres o es simplemente insensibilidad y desconsideración hacia los usuarios?
Lamentable.
María M. Lamattina. Profesor Consulta UNCuyo