Ya hace millones de años el homínido caminaba y se trasladaba, y el hombre en 3500 aC descubrió la rueda que aplicó con fines logísticos en la paz y en la guerra pero nunca dejó de caminar. El hombre es -en esencia- un peatón. Recién durante el siglo XIX con la invención del auto y del biciclo se expandió el transporte de personas por rodados.
Hoy, bajo en enfoque del desarrollo sustentable la bicicleta promete renovar la forma de traslado personal que se extiende al uso deportivo, y por ello se promueve cada vez más su utilización en los centros urbanos mediante carriles de uso especifico. Estos a la vez interfieren con los de transporte automotor y peatonal, ante los cuales se debe circular con máxima prudencia, especialmente ante el peatón -el eslabón más débil- quien debe tener la prioridad.
Como la bicicleta es un vehículo, los ciclistas están obligados a cumplir normas de circulación vial específicas, las que no deben dejar espacio para interpretaciones diversas, el control de su cumplimiento y la sanción eventual (en Europa una multa a ciclista alcanzar USD 250) .
En Mendoza existe una red de ciclovías y bicisendas (términos que se confunden pero no son equivalentes) y desde el gobierno se promete la construcción de 110 kilómetros nuevos, pero la reglamentación de uso es mínima y el control nulo.
La Ley de Tránsito 9.024 no se refiere al tema, la Ley nacional 25.965/04 modificó a la Ley de Tránsito 24.449, sin reglamentarla, por lo que solo existen recomendaciones de entidades afines. Un periódico de la CABA decía “… nunca se hizo una multa a un ciclista en la ciudad. En otros países (desde Japón y Australia a España, pasando por Inglaterra y Francia y, más cerca, los Estados Unidos y recientemente Chile) las sanciones a ciclistas son habituales”.
Las situaciones por lejos más relevantes que no se controlan son: el uso indebido de las veredas/aceras incluidos alta velocidad y adelanto a peatones (se evidencia en el centro y en mayor medida -atropellando- en Arístides, por ejemplo). Otras también importantes: prioridad de paso, falta de respeto al semáforo y a la señal PARE, uso de auriculares, obligación de casco, luces/indumentaria reflectante en vías inter/suburbanas, alineación en ruta abierta, maniobras imprudentes, y demás.
Con el paso del tiempo la cantidad de peatones y vehículos (automotores y bicicletas) aumentará dentro de la misma infraestructura, entonces veremos cómo logró Mendoza resolver el actual estado de riesgo, si todos podremos circular más tranquilos, y cómo evoluciona el número de accidentes.
En resumen, creo que es el momento oportuno para la indispensable reglamentación.