Hace pocos meses me mudé próximo al corredor de transportes públicos de la calle Beltrán de Godoy Cruz para incentivar a la familia a utilizar esos medios y bajar nuestra huella de carbono.
Sorprendentemente, me encontré con una contaminación sonora mayormente relacionada al metrotranvía que pone en duda la idea.
Vale aclarar que no es el tranvía el que genera los mayores inconvenientes, sino los cruces viales que tiene a lo largo de todo su recorrido donde se colocaron alarmas sonoras preventivas que suena por 30 segundos, y más tiempo si se juntan dos trenes o hay una estación del tranvía.
Dicha alarma, con un tono agudo y penetrante (70-75 dB), genera una contaminación sonora mínima cuatro veces mayor en el tiempo que la del mismo tranvía (80-85 dB), cuyo pasaje se limita a unos 7 segundos. Esto implica en los días de semana al menos una hora y media de alarma sonora.
Se agrega a esto, la imprudencia de los automovilistas que lleva a los maquinistas de tranvías a tocar bocina casi en forma rutinaria en cada cruce; aumentando así también la contaminación sonora a la ya dada por la alarma y el mismo tranvía.
Resulta un balance negativo entre beneficios y contaminación que ese medio de transporte implica.
Por mi lado realicé una denuncia a la Dirección de Protección Ambiental de la Provincia, pero creo es un reclamo que todos los municipios involucrados y el mismo Gobierno provincial deben evaluar y procurar mitigar para hacer de Mendoza una provincia más sustentable.
