Hace más de 100 años que en nuestra provincia se presenta el mismo escenario de intervención estatal por la supuesta falta de rentabilidad en algunos sectores de la actividad vitivinícola, y esta desdichada historia se ha repetido con distintas y múltiples variantes, año tras año. A causa de un antiguo, arraigado y perjudicial criterio estatista, las pérdidas han sido siempre soportadas por el Estado como consecuencia de su indebida intromisión, directa o indirecta (compra y venta de uva, vino o mosto, Giol, Banco de Mendoza, Banco de Previsión, etc.).
Lo peor, y lo más notable, es que ninguna de esas prácticas y subsidios haya podido corregir los problemas de fondo y, por eso, se siguen repitiendo desde hace tanto tiempo. Además, es un buen ejemplo de cómo los políticos apartan al Estado de sus funciones esenciales e incrementan arbitrariamente el gasto público. En general, el intervencionismo gubernamental en nuestro país ha contribuido, entre otros factores, a la formación de un Estado gigantesco, deficitario, endeudado e ineficiente, y que es, sin duda, la causa primigenia de todos nuestros padecimientos económicos.
En Mendoza recientemente hubo una buena noticia al conocerse la intensión del gobierno de desprenderse de Aemsa (Aeronáutica de Mendoza), que era la empresa que realizaba la lucha antigranizo con fuertes pérdidas para el Estado provincial y dudosos o nulos beneficios a los productores. No es mucho, pero puede ser el principio de un cambio para que en el futuro disminuya la participación estatal y transfiera las responsabilidades y gastos a la actividad privada, como debe ser.
* El autor es geólogo.