Las vías del ferrocarril brillan en la mañana de Mendoza y yo aquí, cómo desde hace años viendo pasar el tiempo y los recuerdos que deja a su paso.
En silencio un metrotranvía las surca y lo hace al revés del ferrocarril, pero eso es otro tema. De pronto crujen las chapas del viejo techo en vías del Trasandino como si quisieran decirme algo. Los pasajeros van y vienen por la plataforma sin darse cuenta que la historia pide que la recuerden, pero la gente vive acelerada y no lo hace. Se pierden cosas. Muchas cosas.
El tren que cada político anunciara en su campaña proselitista nunca llegó y si lo hizo, fue herido de muerte hasta Palmira. Pero como las palabras se las lleva el viento, la vorágine diaria y la desmemoria se encargan de eliminar. Yo, viejo ferroviario lo sigo esperando. Se que no llegará, pero la esperanza es lo último que se pierde. Si hasta me parece sentir la bocina y la voz del “Negro” Montiel diciendo “arriba a la estación de Mendoza tren denominado el Aconcagua, procedente de Retiro...”
La luz del día se apagó y el tren, nunca llegó. Me mintieron como siempre.
Roberto Bocanegra. DNI 14.978.130.
