Érase una vez... un secreto de Malvinas

La Armada fue la que desde hacía tiempo tenía un plan de recuperación y fue la que fogoneó e instigó la aceleración del conflicto con Gran Bretaña por la recuperación, sin existir un plan integral conjunto de todas las fuerzas armadas argentinas.

Érase una vez... un secreto de Malvinas
Basta recordar que en el conflicto que prendió la mecha del posterior enfrentamiento con Gran Bretaña, la Armada participó activamente.

Con respecto al artículo de la revista Rumbos del sábado 29/01 escrito por Diego Marinelli, debo hacer varias aclaraciones en mi carácter de investigador y conocedor de la gesta de Malvinas. En primer lugar se dice que “la Armada era la única fuerza que había planificado un escenario de recuperación de Malvinas impulsado por el almirante Anaya”.

Esto es parcialmente correcto. La Armada fue la que desde hacía tiempo tenía un plan de recuperación y fue la que fogoneó e instigó la aceleración del conflicto con Gran Bretaña por la recuperación, sin existir un plan integral conjunto de todas las fuerzas armadas argentinas.

Basta recordar que en el conflicto que prendió la mecha del posterior enfrentamiento con Gran Bretaña, la Armada participó activamente.

Esto consistió en el hecho confirmado de la infiltración de infantes de marina entre los trabajadores de Constantino Davidoff. El empresario argentino había ganado la licitación para el desguace de una planta ballenera en las Islas Georgias. Entre estos infantes de marina estaba Alfredo Astiz, quien luego participaría en estas mismas islas como jefe del contingente militar allí constituido.

Por otro lado, la operación de los comandos británicos para asestar un golpe de mano a la base de los aviones Super Etendard en Río Grande no se denominaba “Pluff Dum” (tonto inflado) como en el artículo se describe, ni tampoco operación “Mikado” como durante un tiempo se difundió erróneamente. El nombre correcto de la misma era “Plum Duff” que significa budín de ciruelas.

La operación fue un desastre total desde el minuto cero de su planificación donde los comandos del SAS no disponían de información actualizada sobre la disposición de las fuerzas argentinas.

El helicóptero que transportaba los británicos y que había despegado desde el portaaviones Invincible aterrizó finalmente en Punta Arenas y fue destruido por los comandos británicos luego de que infructuosamente intentaran hundirlo frente a sus costas. Las autoridades chilenas se apresuraron a enterrar los restos quemados del helicóptero frente a las cámaras de los medios de prensa de ese país que se hicieron presentes al conocer la novedad.

Mediante un salvoconducto los comandos británicos regresarían a Inglaterra cerrando así su corta y caótica participación en el conflicto armado.

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