En el país existen tres, digamos, tendencias políticas: el peronismo, el radicalismo y los que se denominan de izquierda. De este conjunto, que es un todo, sale el camino de los senderos que se bifurcan en mil movimientos.
Pero no son partidos políticos, simplemente son Franquicias y disponibles, esto hace que no haya políticos, sino franquiciadores. Hace años apareció un comerciante con varias tiendas en el país, hizo la apuesta, compró la franquicia peronista y fue gobierno. No lo conocía nadie, pero esa franquicia lo hizo ganar careciendo de prosapia política. Por los años que tengo no recuerdo si la aventura salió bien, si el país prosperó o no, si hubo beneficios o más desilusiones.
Algo extraño; medio país gusta de esta franquicia, aunque son muy pobres los dividendos que deja.
Otra franquicia, ésta muy importante, es la de los “Gordos” de la CGT con mucha, mucha plata, hasta para organizar marchas “espontáneas” de protestas, pero hay que pagarle a cada participante, más si llevan criaturas que es más caro, sino no va ni el gato (no confundir).
Y sin ostias consagradas comulgan con la franquicia que llevó al país a la prosperidad que hoy detenta y, al subir un extraño al poder de distinta franquicia, hacen un paro a los tres días –batiendo un récord-, porque tenemos un país próspero, moderno, de perfil progresista, rico, seguro pero seguro, y no vaya a ser que lo cambie.
Hoy la nueva franquicia, distinta, parece que escarbando va descubriendo entre otras cosas raras, personas que cobran sueldos siderales y no van a trabajar, ni siquiera a firmar el libro, reparticiones fantasmas y es aquí donde la franquicia cegetista se relame por un paro porque gusta de estas cosas tan argentinas. Se olvidan que estas reparticiones emplean nada más que gente capacitada que han rendido para ser empleados ¿o no es así? ¿no entrarán por amiguismo político, no?
Y estas franquicias molestan porque recordando el gobierno del “Peludo”, donde los funcionarios trabajaban sin cobrar sueldo, porque ocupar esos cargos eran ad honorem, debían como Elpidio González subsistir vendiendo anilinas en el Cabildo, aquí podía hacerlo en la Casa de Gobierno.
Hoy pocos saben de sacrificios y sino miren los sufridos legisladores, patriotas ellos, que se mueren de angustia en el Congreso en medio de la indigencia…
Y sí, la anilina no tiene salida.
Profesor Armando Rivera. DNI 6.884.128.