A minutos de iniciada la Navidad de 1959, la sede del Club Huracán Las Heras, ubicada en 25 de Mayo y 6 de Septiembre (hoy Balbín), encendió sus luces para recibir por primera vez en Mendoza (según rezaba la publicidad) al afanado director Juan D’Arienzo y su orquesta.
Meses antes había actuado Délfor con su “Revista dislocada” haciendo “descostillar” de risa a la concurrencia.
Esta aventura no sería la primera para los esforzados dirigentes del Globito, quienes, a mediados de 1945, contrataron “al cantor de las cosas nuestras” como se apodaba a Antonio Tormo. La vieja pista de Olascoaga y Coronel Díaz se vio colmada de fanáticos; tiempo después en el mismo lugar, la orquesta de Alberto Podestá entonaba estrofas de tangos, valses y milongas inolvidables.
Fueron otras épocas de aquella Mendoza casi “pueblerina” que se debatía en transformarse en una de las ciudades modernas y pujantes de nuestra patria, ostentaba rascacielos como el edificio Gómez, inauguraba galerías comerciales como la Tonsa, los trolebuses y colectivos le daban la estocada final al tranvía, donde pasaba a transformarse “en la tierra del sol y del buen vino”.
* Rubén Lloveras. Escritor. Las Heras.