En primer lugar, quiero recordar al “Gaucho” Antonio Rivero, quien llegó a las Malvinas en 1827. El 26 de agosto de 1833 lideró la rebelión contra los usurpadores. Por el término de seis meses hizo flamear nuestra bandera. Fue vencido y llevado prisionero al país de los depredadores.
Pese a los reiterados reclamos de la Argentina desde 1833, los ocupantes ilegales los desoyeron; la controversia llegó a su clímax con la guerra de Malvinas en 1982.
El 2 de abril de 1982 fuerzas argentinas llevaron adelante el desembarco en las islas Malvinas (operación Rosario) y la junta militar anunció la recuperación de la soberanía del archipiélago. El primer mártir fue el capitán de corbeta Pedro Giachino, mendocino, baleado en Puerto Argentino.
El 1° de mayo dio el comienzo de la guerra en el Atlántico Sur.
La Armada y la Fuerza aérea argentinas, mostraron toda su capacidad de lucha en el mar, al derribar y hundir naves del enemigo.Les sobraba coraje, pasión y amor por nuestras islas y nuestra patria.
En el cementerio argentino, en Darwin, descansan 237 mártires de la guerra, “ángeles custodios de nuestras islas”. Hace 40 años que madres, padres, esposas, hijos… familias, tienen el alma entristecida y el corazón herido por los 649 soldados argentinos que murieron en el conflicto armado.
El dolor también nos llega a todos, porque son nuestros hermanos en la argentinidad.
¡Amor, gloria y agradecido recuerdo a nuestros combatientes!