Un domingo lluvioso y frío de mayo de 2004 (hace 18 años), se mostró al público que concurrió a la plaza “12 de Febrero”, de Maipú, cómo había quedado la fuente después del trabajo de restauración, que tuve el orgullo de dirigir. La hermosa fuente escultórica se había desplomado un año antes, empujada por un fuerte viento zonda y mucho óxido, y gracias a Dios no hubo víctimas ni heridos. La fuente o lo que quedaba de ella era un montón de hierros herrumbrados que esperaban en un galpón hasta que la municipalidad decidió restaurarla. El trabajo de reconstrucción, que demandó seis meses, fue muy arduo, pero eficaz y a conciencia, poniendo toda la capacidad y conocimientos para que esta obra de arte volviera a lucir como en sus mejores tiempos.
Por eso, después de semejante trabajo de restauración, no es bueno ver cómo está la fuente actualmente con óxido por todas partes y con picos tapados que impiden el paso del agua. Cada tres o cuatro años, le colocan el clásico cartel “Puesta en valor” y un grupo de pintores le cambian la cara hasta los próximos tres o cuatro años.
Es importante resaltar, que a pesar del proceso progresivo de la oxidación, es improbable que la fuente se caiga otra vez porque cada pieza está vinculada por medio de brazos a una columna interna resistente; no obstante, sería conveniente que se tomaran otras medidas de prevención para evitar el deterioro que se está produciendo en el hierro. De esa manera los maipucinos y quienes visitan el departamento podrán apreciar en todo su esplendor esta hermosa obra de arte por mucho tiempo más.
