Los hipócritas también brinden por la paz y el amor

Los hipócritas también brinden por la paz y el amor

Se acerca el fin de año, y con él, las luces navideñas que, como un maquillaje barato, intentan embellecer los rostros cansados de una sociedad que se debate entre la esperanza y el cinismo. En Mendoza, las melodías festivas resuenan incluso en los despachos de los funcionarios públicos, esos mismos que durante el resto del año han demostrado un talento envidiable para dilapidar recursos, ignorar necesidades y, en el mejor de los casos, hacer del desgobierno un arte sutil.

Es curioso y sarcástico, si se me permite que quienes más daño le hacen a la provincia, quienes la desgarran desde dentro con decisiones arbitrarias y negligencias premeditadas, también se tomen un descanso por las fiestas. Porque, al parecer, incluso el saqueador necesita un momento para brindar por la paz y el amor. ¿Será que en esos brindis también celebran su capacidad para salir ilesos de todo?

La Navidad, nos dicen, es tiempo de reflexión, de hacer el bien. Pero el bien, ese concepto tan maltratado, parece no habitar los pasillos del poder. No es que no sepan lo que es correcto; es que no les importa. Gobernar para ellos se ha convertido en una coreografía hipócrita, un acto que les permite fingir mientras eligen su próxima oportunidad de sacar provecho.

Y mientras tanto, los Ciudadanos miran las luces de colores y las mesas llenas, tratando de convencerse de que el bien todavía tiene un lugar en el mundo. Porque el bien no necesita adornos ni discursos; el bien está en quien trabaja sin esperar aplausos, en quien cuida lo que otros destruyen, en quien no necesita descansar de hacer lo correcto porque, a diferencia del mal, el bien no pesa en la conciencia.

¡Así que brindemos!

Brindemos por los que hacen el bien, aunque sea en silencio. Y también por los otros, los hipócritas del fin de año. Brindemos porque sus descansos nos recuerdan que incluso ellos tienen un límite: necesitan un momento para dejar de dañar. Aunque sea para fingir que son humanos.

Y luego, cuando se apaguen las luces navideñas y Mendoza despierte al nuevo año, ojalá también despierten sus Ciudadanos. Porque el bien no se construye solo, y el mal se perpetúa en la indiferencia.

* Marcos Adrián Neirotti. DNI 26.557.169

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