Leí el editorial de diario Los Andes (8 de julio) sobre la recuperación del material ferroviario. Yo interpreté que se refiere a la conservación de todo lo que perteneció a los trenes que recorrían miles de kilómetros en nuestro país y para que todo se concentre en un museo.
El tema me produjo una enorme nostalgia. Aunque no lo conocí a mi abuelo paterno, sé que ocupó un cargo importante en el ramal Central Argentino (Rosario) donde vivía con su familia. Tuve la oportunidad desde chica de viajar en El Cuyano y años después en el Aconcagua y el Libertador que unía Mendoza con Buenos Aires. Tengo nítidos recuerdos cuando paraban en las distintas estaciones donde casi siempre había niños vendiendo algún producto a los pasajeros o cuando anunciaban su partida.
Es lamentable no solo que no hayan sido conservados como reliquias sino que hayan dejado de recorrer y unir pueblos y ciudades como en tantos otros países que tienen fama por su confort y puntualidad.
El sábado 11 nuevamente se mencionó a los trenes como transporte durante las epidemias de cólera y fiebre amarilla (1865-1871) en Buenos Aires. ¿Podrá volver el tren para transporte de cargas y pasajeros con la importancia que supo tener? Igualmente quedará para siempre en mis recuerdos.