Dice el periodismo: “El mayor legado de Tato Bores está en su vigencia”. El máximo exponente del humor político en la Argentina nos dejó hace 25 años, pero nos sigue hablando desde sus insuperables monólogos televisivos como si no se hubiera ido. Lo escuchamos ironizar sobre los vaivenes del dólar, sobre el resbaladizo comportamiento de políticos que prometen una cosa y hacen lo contrario. Cosas dichas hace décadas que conservan plena actualidad en el país del eterno retorno.
Pero me parece muy lamentable que a pesar de la habilidad de este gran artista y sus guionistas, en captar la estupidez y la ignorancia del ser nacional, los argentinos en general no veamos en este tipo de humor la burla descarnada y sincera de nuestras propias flaquezas. Como si este humorista estuviese todo ese tiempo hablando de marcianos o gente de otro país.
Bien para Tato, pero qué pena que hasta ahora, como robots o niños sin raciocinio nos sigamos riendo de lo mismo y más aún de las burlas y mentiras de nuestros propios gobernantes.
Recordamos a un artista exitoso para un pueblo tan ignorante con gobiernos inescrupulosos, que antes que naciera Tato Bores ya nos habían sacado la ficha.
En fin, que después de este gran cómico, los argentinos pasamos a ser un pueblo triste y más pobre.
