Distintas entidades vitivinícolas, desde hace años y con razón, vienen reclamando al Gobierno nacional concrete acuerdos comerciales con diversos países para que el vino pueda entrar sin o con bajos aranceles. De esta manera, el sector podría competir con nuestro vecino, Chile, que tiene numerosos acuerdos de este tipo.
Ahora bien, cabe preguntarse por qué el vecino ha logrado esos acuerdos y nosotros no. La respuesta reside en lo siguiente. Chile hace muchos años, creo que en el gobierno de Pinochet, decidió unilateralmente abrir su economía, estableciendo un arancel externo común muy bajo, 4/5 %, para todos los productos. Fue esta medida, y su continuidad en el tiempo, la que permitió a los gobiernos conseguir acuerdos muy beneficiosos para las exportaciones de productos como vinos y frutas.
Por el contrario, Argentina es una de las economías cerradas del mundo, curiosamente no sólo grava con altos aranceles y prohibiciones a las importaciones, sino que también grava las exportaciones (retenciones).
Esta economía cerrada, con el pretexto de defender el empleo y el mercado interno, es apoyado por importantes sectores empresarios, incluidas algunas entidades vitivinícolas. Basta mencionar “el grito en el cielo” de algunas de ellas antes la posibilidad de importar vinos.
Es necesario entender esta verdad tan simple: si Argentina no abre su economía, como lo hizo Chile, reclamar acuerdos de libre comercio favorables a la exportación de nuestros productos, no es más que una fantasía declamatoria.
*El autor es licenciado en Ciencias Políticas y Sociales