Soy una ciudadana más entre las millones de esta tierra bendecida con todos los tipos de paisajes. Desde la majestuosa cordillera de los Andes, las Cataratas del Iguazú, la Puna con un cielo azul y cubierto de estrellas, las playas del este. Las sierras de Córdoba, San Luis. Los lagos de sur. Los glaciares, los Parques Nacionales. Tafí del Valle, entre otros.
Un país extenso, rico en recursos naturales, pero “pobre”. Seguramente surgirá, el porqué de esta calificación. He reflexionado bastante para responder. Veo rostros donde la pena se refleja en miradas de incertidumbre cada día. La pérdida de trabajo, las persianas bajas de tantos comercios y empresas. Una inflación que galopa y destruye salarios. Pobreza en el vocabulario empleado en discursos de todo tipo.
Falta de cultura. ¿Dónde están los libros? Con pocas excepciones, adolescentes y niños pasan horas con teléfonos celulares. Poca creatividad en los que componen canciones y el famoso lenguaje inclusivo que no figura en la Real Academia de Letras. Pobreza en valores que dignifican al ser humano.