El momento que vivimos nos exige -obligados por la escasez de recursos- a plantear corrupción estatal cero. No podemos permitir que el Estado gaste un peso de más, ni hacer la vista gorda cuando tomamos conocimiento de alguna de estas trapisondas clásicas, y de cualquier otra que elabore la inteligencia de la corrupción, que tienen mucha imaginación.
Una solución para poder enterarnos, y sobre todo para que los vigilantes de la corrupción tomen conocimiento de los hechos corruptos, es la denuncia anónima. Esta herramienta legal aconsejada por Transparencia Internacional, recomendada por la ONU, regulada en la normativa de la Oficina Anticorrupción de la Nación, no está legislada especialmente en Mendoza. La Auditoria de Ética Publica encargada de las investigaciones administrativas, responde cuando se le pregunta, que al no estar legislada no se reciben. La denuncia anónima, junto a otras figuras como la del arrepentido, el testigo protegido, la recompensa, son armas clavez para la lucha contra la corrupción.
Vamos a los ejemplos, ha sido noticia en todos los medios una denuncia penal hecha por Fiscalía de Estado en un tema de sobreprecios en una compra de insumos en el hospital Lagomaggiore. La pregunta que no está en ninguna de las noticias, es ¿cómo se enteró la Fiscalía de Estado de esta maniobra, ocurrida en abril? La respuesta, por una denuncia anónima.
La diputada Mercedes Llano ha presentado un proyecto basado en antecedentes nacionales e internacionales que aconsejan la regulación de la denuncia anónima para la lucha contra la corrupción. Estoy seguro que la sociedad agradecería esta norma de control ciudadano sobre la ética de sus gobernantes.