Conocía a Virgilio por alguno de sus artículos sobre observaciones de animales en el zoo de Mendoza, y personalmente en el Iadiza, al regreso de la democracia. Sin ahondar en los múltiples aspectos que llevan su impronta, la creación del Iadiza y Reserva de Ñacuñán son hitos fundamentales para la investigación científica y entendimiento de la diversidad biológica de ecosistemas áridos.
Estas infraestructuras físicas albergan, no solo laboratorios y ejemplares que constituyen las referencias de la biodiversidad, como son las colecciones científicas, sino también al nutrido, diverso y calificado grupo de profesionales que constituyen la comunidad científica, y que a través de sus investigaciones, dirección de tesis, docencia y servicios, proyectan a escala mundial el entendimiento biológico y ecológico de la biodiversidad de los biomas áridos.
Ante los crecientes conflictos socio-ambientales y conservación de la naturaleza en el Antropoceno, recordemos que su conocimiento descansa, no solo en la vocación y dedicación de les investigadores, sino también en los cimientos construidos por centenares de personas, que como Virgilio Roig, tuvieron la pasión, visión y decisión de contribuir al desarrollo del conocimiento biológico de las tierras áridas.
*El autor es Biólogo, investigador del Conicet