Hace tiempo que venimos reclamando en Pedro Molina, en la Media Luna, la situación que se vive hace más de 40 años, en donde una fábrica de procesamiento de grasa de origen animal, cuyo olor se asemeja al de un crematorio, cantidad de ratas y moscas que trae como consecuencia, quedó inmersa en la mitad de un barrio. Todo sigue igual, nada cambia, ni siquiera la respuesta de las autoridades municipales.
En la cuarentena es donde entendemos el porqué de las principales contradicciones de nuestro reclamo. No podemos ventilar nuestras casas como indica el protocolo en salud, porque si lo hacemos el olor con el que tenemos que convivir encerrados es nauseabundo. Tampoco podemos estar en nuestros patios, o sea que la cuarentena y el encierro para nosotros es total, claro, no para el dueño de la fábrica ni para las autoridades municipales. La pregunta es ¿quién se va a hacer responsable de esta situación? Una cosa sí, por suerte el coronavirus no lo trae la rata, porque si eso pasara nuestro barrio sería una de las poblaciones más vulnerables, pero eso no importaría porque habría que agotar todas las vías administrativas para solucionarlo.