Estabas triste, a la vez, porque tu papá no podía verte desde el cielo, muy orgullosa del cariño y alegría que despiertas en todos los niños y los grandes que admiramos tu infantil sabiduría. ¡Cuántas lecciones nos has dado a los adultos con ese humor e ironía tan pertinente y apropiada!.
Sí Mafalda, como siempre adviertes, el mundo está al revés y la mayoría de los ciudadanos a los cuales convocas para cuidar el ambiente, la madre tierra, se ríen de tus ocurrencias, pero en el fondo no se si advierten la profundidad de tus sentimientos.
Observas a tus padres, trabajar día y noche con los arduos trabajos cotidianos y siempre pones una gota de suspicacia para pensar en la cotidianidad de escenarios muy complejos: el trabajo en oficinas, el de ama de casa, el policía, el empresario, la economía de almacén, la maestra, nadie escapa de tus agudos comentarios.
¡Y la sopa! ¡Insoportable momento de tu día! Estoy segura que muchos niños argentinos están hoy envidiando tu sopa.
Hoy debes estar muy enojada, compartiendo con tus amiguitos, la vergüenza de un agravio violento, acción de unos vándalos que ni siquiera han tenido la posibilidad de leerte, y menos conocer al gran Quino, que es tu papá.
No te preocupes volverás a enamorarnos con tu carita rosada, porque a pesar de ese acto triste, tu rostro y el de tus amiguitos estarán siempre en el corazón de la infancia, de los padres y de los abuelos.
Sin embargo, no podemos olvidar fácilmente ese cruel episodio, porque ese hecho nos habla de ignorancia, violencia, falta de educación.
En el lugar donde estés te cuidaremos porque eres parte de esa cultura valiosa que representas.
¡Hasta todos los días Mafalda y amiguitos, los queremos!