Ahora, en pleno siglo XXI, más de 104 millones de hectolitros de vino, de los 275 millones que se producen en el mundo, atraviesan las fronteras nacionales antes de ser consumidos, lo que supone un volumen de ventas mundial de más de 28.000 millones de dólares.
Pero, ¡el consumo cae! Por lo que el sector del vino plantea preguntas difíciles: ¿Enfrenta la industria un ajuste demográfico con los millennials y la Generación Z mientras eligen otras bebidas alternativas al vino? ¿Ha resonado el mensaje de la OMS de “no hay un nivel seguro” para el consumo de alcohol y ha alejado a los consumidores del vino? ¿Se ha vuelto el vino prohibitivamente caro en los restaurantes? ¿Los consumidores compran botellas individuales para ocasiones especiales y evitan compras más grandes o regulares?
Las respuestas también son difíciles. Mientras tanto, no todas las noticias son malas: los vinos premium se están vendiendo bien; la calidad de la cosecha es buena; en el país hay 19 provincias argentinas que están produciendo vino, estimulando un mayor interés.
Es más fácil que nunca comprar vino y recibir entregas de bodegas.