La clase política de la Argentina utiliza al estatismo, que es la doctrina que exalta el poder y la omnipresencia del Estado, aplicándolo en todos los órdenes de la economía, de la sociedad y sobre los individuos.
Fundamentalmente, esta inclinación, como base fundamental de las convicciones políticas, se afianzó con el peronismo como distribuidor desmedido y arbitrario de todos los beneficios que la gente demanda.
La consecuencia inevitable de esta estrategia fue el decrecimiento de la inversión, el desarrollo y el progreso de nuestro país.
El desviar al Estado de sus funciones naturales y esenciales contribuyó a incrementar el enorme y persistente déficit fiscal, que es la causa primigenia de nuestros males, es decir, la deuda, la inflación y, consecuentemente, la pobreza.
La actividad privada, a su vez, se fue deteriorando por décadas hasta llegar al ruinoso estado actual, debido a que debe soportar, cada vez más, un Estado gigantesco y depredador.
Los gobiernos, tanto peronistas, radicales y militares han creado, o han estatizado, decenas de empresas, grandes y chicas, como Entel, YPF, YCF, Aerolíneas Argentinas, Ferrocarriles, Giol, etc., por nombrar algunas de las más importantes y conocidas.
Todas, absolutamente deficitarias, han causado enormes pérdidas al fisco a la vez de consumir recursos que son muy necesarios para atender las necesidades básicas de la población.
Últimamente, la Provincia de Mendoza, siguiendo esta larga lista de desaciertos, además de la absorción de la empresa Potasio Río Colorado y la participación accionaria en Impsa, agregó también una sociedad en una actividad de tanto riesgo como es la exploración minera y, además, ya piensa en la creación de una empresa hidroeléctrica (Los Andes, 17/6/2023).
¡Que fácil le resulta a la dirigencia política jugar a ser empresarios, dilapidando el dinero público producido por el esfuerzo de los ciudadanos que son cada vez más pobres!
Leo Lardone. DNI 8.030.088