El funesto, retrógrado y perverso sindicalismo argentino ha organizado y llevado a cabo innumerables huelgas generales por razones políticas, la gran mayoría de ellas durante gobiernos no peronistas. Ahora, a pocos días de asumir el nuevo gobierno, la CGT ya anunció una nueva medida de fuerza y, como siempre, se expresa en típica actitud de soberbia y prepotencia pues se aparta de la esencia de la función sindical, que es la defensa de los empleados ante las empresas.
Esta clase de paros, como ha ocurrido invariablemente, es de índole política. Está expresado en forma general, ambigua, y busca hacer cambiar el programa económico del gobierno e incluso, como algún desaforado también lo ha dicho, cambiar al gobierno mismo. ¿Qué derecho tienen estos grotescos dirigentes sindicales, en su mayoría enriquecidos y eternizados en sus cargos, a pretender, mediante paros generales, modificar la decisión mayoritaria de la ciudadanía expresada en las urnas?
Es un absurdo en cualquier sistema democrático, pero entre nosotros se repite a través de los años y demuestra la poca sensatez y la falta de responsabilidad del sindicalismo nacional, que es la principal fuerza de apoyo del peronismo y que no comprende los profundos daños económicos que le causan al país con estos actos, además de las molestias a muchísima gente que necesita trabajar todos los días para vivir.
Leo Lardone. DNI 8.030.088