Tributo al doctor Pedro Jaime Sin, en su memoria

El lector le brinda un tributo al doctor Pedro Jaime Sin.

Tributo al doctor Pedro Jaime Sin, en su memoria
El doctor Pedro Jaime Sin fue titular de la Fiscalía de Estado de Mendoza. Foto: Jose Gutierrez.

Quienes nos consideramos sus amigos nos resistimos a aceptar que Pedro Jaime Sin se haya anticipado a nuestros tiempos dejándonos sumidos en la tristeza que nace de tantos momentos convividos, de tantas experiencias compartidas, de tantos encuentros familiares y amistosos.

Si tuviéramos que definir a Pedro todos coincidiríamos en que fue, no solo un gran hombre, sino un hombre bueno que en la demostración diaria de su bondad enseñó que lo importante no es la cima sino el camino que se elige para llegar a ella.

Y a ese camino lo transitó durante su vida desde todos los ámbitos en que tuvo relevante actuación.

Como profesional ejerciendo la abogacía y llegando a ocupar la titularidad de la Fiscalía de Estado de Mendoza; como dirigente deportivo habiendo sido miembro fundador del Club del Liceo Militar General Espejo; como dirigente siendo fundador de la Federación Liceísta Argentina y presidente de la Fundación Liceísta de Cuyo.

Desde la cátedra enseñó que cada profesional debía poner su sello en cada acción y desarrolló el hábito de dar más de lo que se le pedía. Afirmaba que si las ideas nos hacen fuertes, los ideales nos harán invencibles. Su ideario sostenía que en una organización de excelencia, hacia la cual todos deberíamos dirigir nuestras miradas y nuestras acciones, nadie es necesario porque todos, asumiendo sus roles, son indispensables.

Tanto como el principio de un gran árbol es una buena semilla, Pedro plantó un enorme bosque consecuencia de su saber y de cómo llegar a hacerlo real con el trabajo diario, serio y responsable de cada día. Y Rotary Club supo de sus afanes, ideario y trabajo constantes haciendo docencia durante más de 30 años de una labor meritoria que lo llevó a ocupar posiciones muy destacadas en el ámbito local, nacional e internacional.

No deseo hacer un relato minucioso de su vida porque es conocido y, como amigo muy estrecho, quiero recordarlo –como digo al comienzo- en su papel de hombre bueno, ejemplo y referente de una gran familia y también del círculo de sus amigos.

Querido Pedro, te imagino sonriendo ante mi tristeza como siempre fue la cristiana actitud de tu vida para animar a quienes lo necesitaban y te necesitamos. Te necesitamos porque nunca, como hasta ahora, sentimos la necesidad de que estés con nosotros regalándonos la profundidad de tus consejos, tus apoyos, tus leales actitudes que hacen realidad aquello de que la sangre nos hace parientes pero las lealtades nos hacen familia.

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