No deseo abundar sobre las numerosas calamidades que azotan a nuestro país. Todos las conocemos por todo lo que se ha dicho y escrito.
Sí es evidente que desde hace 50 años a la fecha, la Argentina se ha hundido casi al fondo de los infiernos y digo casi, porque siempre se puede estar un poco peor.
Todo se ha degradado.
Creo, en mi humilde opinión, que debería conformarse una gran mesa a la que deberían sentarse todos los protagonistas (si es que no han fallecido) y todos los testigos de estos últimos 50 años, que han estado a cargo del gobierno de la República o que han tenido influencia en la toma de decisiones: presidentes, gobernadores, ministros, diputados, senadores, rectores y decanos de las distintas universidades, dirigentes sindicales, etc., que en definitiva, han sido los responsables directos de nuestras calamidades.
El objetivo principal de esta mesa debería ser un gran mea culpa: analizar todas las decisiones y medidas que se han tomado en los distintos órdenes: institucional, económico, educacional, etc., que a la luz de los resultados, en su mayoría han sido equivocadas.
No debería ser para responsabilizar a nadie, sino que cada uno haga una sincera autocrítica por todo lo que se ha hecho mal, para no incurrir nunca más en los mismos errores.
Es posible que lo que propongo sea una utopía; creo, sin embargo, que puede ser un principio para comenzar a reconstruir la Nación.