La glándula tiroides se encuentra situada en la cara anterior del cuello y se asemeja a una mariposa, ya que presenta dos lóbulos laterales unidos por un puente de tejido llamado istmo tiroideo. Esta glándula se halla bien vascularizada y presenta uno de los valores más altos de flujo sanguíneo del organismo. Su función principal es concentrar iodo y sintetizar, almacenar y segregar hormonas tiroideas, las que cumplen numerosas y variadas funciones en todo el organismo.
Según la OMS, las enfermedades de la glándula tiroides afectan a más de 750 millones de personas a nivel mundial y datos oficiales afirman que los problemas de tiroides son más frecuentes en las mujeres que en los hombres y pueden producirse en cualquier edad, aunque aumentan con la llegada de la menopausia.
El iodo es esencial para la síntesis de la hormona tiroidea, entra en el organismo a través del agua y los alimentos (las necesidades diarias de iodo son de 100-200 microgramos al día) y se elimina por las heces y la orina.
Fundamentalmente, encontramos dos problemas principales que afectan el funcionamiento de la tiroides: el hipertiroidismo y el hipotiroidismo. En esta ocasión, nos adentraremos en el segundo.
¿Qué es el Hipotiroidismo?
Cuando la hormona tiroidea no funciona correctamente, nos encontramos con esta patología. En el hipotiroidismo, hay una disminución de los niveles de hormonas tiroideas que provoca una ralentización del metabolismo; por eso, los síntomas característicos del hipotiroidismo incluyen:
- Aumento de peso
- Estreñimiento
- Fatiga
- Debilidad muscular
- Ritmo cardíaco lento
- Disminución de la capacidad de concentración y de la memoria
- Bajo estado de ánimo
- Caída del cabello
- Intolerancia al frío
- Sequedad de la piel
El hipotiroidismo por falta de iodo es común en zonas rurales alejadas de la costa y en zonas montañosas, en donde el consumo de productos del mar es muy reducido. Esto sucede en nuestra provincia, aunque es importante aclarar que, desde la introducción de la sal yodada en los años 50, su incidencia ha disminuido.
La forma más común de hipotiroidismo en la actualidad, lo representa la tiroiditis de Hashimoto, una de las enfermedades autoinmunes más frecuentes. Se trata de una afección causada por una reacción del sistema inmunitario contra la glándula tiroides; esto se puede manifestar por la presencia y/o elevación de los anticuerpos antitiroideos (anti-peroxidasa tiroidea o anti-tiroglobulina) y puede manifestar diferentes grados de alteración de la glándula. La tiroiditis de Hashimoto representa casi el 90% de los casos de hipotiroidismo.
Consejos nutricionales
En casos de hipotiroidismo es necesario facilitar el trabajo de la glándula, por lo que sería bueno incluir en la dieta alimentos que potencien la actividad tiroidea y evitar aquellos que la ralentizan.
En primer lugar, es fundamental un buen aporte de iodo, esencial en la síntesis de hormona tiroidea. Algunos alimentos ricos en este elemento son: el pescado de mar, las algas, mariscos y camarones, el huevo, los lácteos y, por supuesto, la sal yodada.
Profesionales de la nutrición recomiendan seguir una dieta antiinflamatoria rica en verduras y hortalizas, frutas de bajo índice glucémico (frutos del bosque, frutillas, cítricos, etc.), proteínas de alto valor biológico (huevos, pescado, pescado azul de tamaño pequeño y mediano), grasas saludables (aceitunas, aceite de oliva, palta, semillas, frutos secos) y alimentos fermentados (chucrut, encurtidos).
Los alimentos mencionados aportan aminoácidos (necesarios para formar tejido muscular), ácidos grasos esenciales, vitamina D, fibra, probióticos y antioxidantes. Todo esto es importante porque reduce los niveles en sangre de cortisol y glucosa, dos disparadores de la inflamación y del sistema inmune, muy vinculados con el hipotiroidismo. Por otro lado, también cuidan la salud intestinal y la microbiota.
Se pueden incluir, además, crucíferas como col, coliflor, kale, brócoli, coles de bruselas, repollo, pero deben ser cocinadas para inactivar los isotiocianatos, sustancias que inhiben la absorción de iodo por la tiroides. Siempre teniendo en cuenta un consumo en cantidades moderadas.
Lo que sí es recomendable evitar es el consumo elevado y frecuente de soja y sus derivados (como leche de soja, yogures de soja y tofu), ya que contienen sustancias denominadas bociógenos que alteran el normal funcionamiento de la tiroides, inhibiendo la producción de hormonas tiroideas.
Otros alimentos que debemos disminuir son: el trigo, el azúcar, los aceites vegetales refinados y las grasas trans. Los alimentos elaborados con derivados del trigo y otros cereales con gluten (como el pan, tortitas, facturas, galletas y alimentos procesados en general), pueden causar daño en la mucosa intestinal y favorecer la malabsorción de elementos necesarios para la síntesis de hormonas tiroideas como el iodo y el selenio. A su vez, al aumentar la permeabilidad intestinal, promueven una activación anómala del sistema inmune y desencadenan la liberación de autoanticuerpos dirigidos a tejidos propios, en particular el intestino y la tiroides.
El azúcar, los edulcorantes, las golosinas, las frutas de alto índice glucémico en grandes cantidades y las harinas refinadas son perjudiciales porque elevan la glucemia y promueven la inflamación.
También se deben disminuir o evitar aquellos alimentos que acumulan toxinas y metales pesados que dañan el buen funcionamiento de esta glándula, como peces de gran tamaño. Por este motivo se recomienda consumir peces pequeños como sardinas, caballa, anchoa, bacalao, merluza, etc.
En el tratamiento del hipotiroidismo, el médico indicará medicamentos de reemplazo de la hormona tiroidea. Se prefiere que estos medicamentos se tomen en ayunas para facilitar su absorción.
Un exceso de fibra en la dieta puede dificultar la absorción del medicamento en el organismo, e incluso, ciertos suplementos (hierro, calcio, multivitamínicos) y otros medicamentos como antiácidos, pueden tener el mismo efecto.
En términos generales, una dieta variada y saludable, con un buen aporte de frutas, verduras, legumbres, aceites monoinsaturados, omega-3 y proteínas de alto valor biológico, es esencial para un correcto funcionamiento de la tiroides.