La neofobia alimentaria es la tendencia de los niños a rechazar alimentos nuevos o desconocidos y se manifiesta típicamente entre los 2 y los 6 años, aunque también puede darse en niños más pequeños. Este comportamiento puede deberse a varios factores:
- Genéticos: la preferencia por ciertos alimentos puede tener una influencia hereditaria.
- Sistema estomatognático: las alteraciones en la masticación, deglución y erupción dentaria juegan un papel crucial. La primera succión del recién nacido, favorecida por la lactancia materna, estimula el desarrollo de este sistema.
- Alteración en la percepción de los sabores: desde una incapacidad completa para sentir sabores, pasando por una disminución hasta sentir la comida agria, dulce, amarga o con sabor metálico, cuando no tienen dichos atributos.
- Psicológicos: eventos traumáticos pueden desencadenar miedos hacia ciertos alimentos.
La Esp. Julieta Ríos, de la Facultad de Ciencias de la Nutrición, destaca la importancia de identificar estos factores para poder realizar las derivaciones adecuadas a especialistas cuando sea necesario. Según la especialista, “la neofobia alimentaria puede ser temporal, pero si se mantiene, puede afectar el crecimiento y desarrollo del niño, además de generar malos hábitos alimentarios como el rechazo a frutas y verduras en favor de alimentos ricos en azúcares y harinas refinadas”.
Para abordar esta situación, Ríos sugiere varias estrategias para fomentar una nutrición adecuada:
- Fomentar la lactancia materna: la lactancia materna cumple un rol esencial en el desarrollo del sistema estomatognático
- Ofrecer distintas texturas con la incorporación gradual de alimentos.
- Permitir el contacto con los alimentos: es importante que los niños toquen, se ensucien, jueguen y experimenten con los alimentos para familiarizarse con ellos.
- Organizar y planificar las comidas: incluir todos los grupos de alimentos en las preparaciones y evitar el picoteo.
- Evitar distracciones durante las comidas, como el uso de celulares y televisión.
- Respetar las señales de hambre y saciedad: fomentar una alimentación intuitiva favorece un vínculo de amor y cuidado con el niño.
- Identificar percepciones erróneas de los padres sobre la alimentación de sus hijos.
Es crucial que los padres dediquen tiempo y atención a la educación alimentaria de sus hijos. En caso de no poder avanzar en la solución del problema, se debe consultar a los especialistas adecuados.