Muchas figuras de la música ya son más que estadios llenos, marquesinas y rostros tatuados en la piel de los fans. Algunos ya tienen su nombre asociado a una leyenda. Son pocos, pero si escribiéramos la lista, seguramente encontraríamos este nombre: Elvis Presley (1935-1977).
Y es que no lo llamaban El Rey del Rock and Roll por nada. Su búsqueda de un estilo único lo llevó a cambiar el rumbo de la música y, por añadidura, se convirtió en un ícono del siglo XX: desde mediados del siglo pasado hasta la actualidad.
Desde niño sabía su futuro. A los once años tuvo su primera guitarra, y ya no hubo vuelta atrás. Con apenas diecinueve, el productor Sam Phillips, propietario de Sun Records, decidió editarle un single que contenía los temas “That’s all right” y “Blue Moon of Kentucky”. Ese fue el primer paso de una carrera de esfuerzo, muchos excesos y, por sobre todo, fama endemoniada.
Elvis Presley murió el 16 de agosto de 1977 en Graceland, la mansión que el Rey del Rock tenía en Memphis.
Caído boca abajo y con los pantalones debajo de las rodillas. Así, hace 45 años, fue encontrado Presley por su novia de ese momento, 20 años menor que él, Ginger Alden.
El Rey del rock and roll tenía planeado arrancar ese mismo día una nueva gira de conciertos, pero en la madrugada del 16 de agosto falleció solo en su baño.
La autopsia determinó que la muerte del cantante fue consecuencia de un ataque al corazón. Revisiones posteriores, sin embargo, pusieron el foco en el abuso de sustancias.
Desde 1988, tras la publicación del libro ‘¿Elvis está vivo?’, la teoría conspirativa sobre la falsa muerte de Elvis no para de sumar adeptos.