El próximo 12 de noviembre, Ana Rosenfeld llega a Mendoza para hablar de derechos con los y las mendocinas. La cita es en el Teatro Mendoza y las entradas se pueden conseguir a través del sitio EntradaWeb y tienen un costo que va desde los 5 mil a los 8 mil pesos.
Antes de su visita a nuestra provincia, Ana habló con Diario Los Andes. La abogada de las famosas, desnudó su intimidad para contar cuestiones muy personales y empezó confesando que este año conoció Mendoza, que quedó cautivada con la belleza de nuestros paisajes y la gente.
A través de esta charla, conocemos a una Ana amorosa, familiera y que extraña, con todo su corazón, al amor de su vida, pero que en esa “soledad acompañada” encontró una nueva misión en su vida. Acercarse a la gente y poner luz sobre los derechos que uno desconoce que tiene.
“Estuve en Mendoza en marzo, tuve la oportunidad de recordar parte de su hermosa provincia y realmente quedé fascinada. Yo no conocía Mendoza, y quedé encantada con todo lo lindo que tiene, no solamente la gente, sino los lugares, los paisajes y, por supuesto, toda la cultura que gira alrededor de la enología”, comenzó diciendo Ana al principio de la charla.
“Quedé realmente emocionada con esa ciudad tan limpia. Me encantó todo. Y, bueno, se dio la oportunidad de que me convocaran para estar en el Teatro Mendoza, que se organiza este conversatorio, así que, si Dios quiere, el 12 de noviembre voy a poder tener contacto con toda la gente que me escribe a diario, porque descubrí y sentí que el público en Mendoza es muy cariñoso, no solamente con la Ana abogada, sino fundamentalmente con la Ana mujer” confiesa orgullosa de la relación que tiene con el público.
¿Qué expectativas tenés con este encuentro con los mendocinos?
Espero poder darles un poco de mí. Con el tiempo descubrí que la gente no solamente tiene interés jurídico en mí, sino que hay un interés de todo lo que les puedo dar, sobre todo mis experiencias, lo que vivo a diario. Yo cumplí 50 años de abogada, y yo siempre digo que lo que yo tengo de profesión, muchos, con los que me toca litigar, no lo tienen de edad.
Yo no soy la abogada de todo el mundo, pero soy la abogada que, de alguna manera, con todo lo que he vivido, con todo lo que he transitado, les puedo contar mis experiencias y hacer que la gente sepa que tiene derechos y, en función de los derechos que tiene, recurra a sus profesionales, a la gente en la que confía y pueda reclamar sus derechos, que están. Hay que trabajar tanto para conseguirlo un montón. Los derechos están, el código los tiene y están previstos
Y más cuando se trata de derechos de las mujeres, ahí todo se hace más difícil
En ambas ramas del derecho, tanto Penal como Civil, cuando vos ves que la que está inmersa en el problema es la mujer, te das cuenta de que tiene que romper con muchísimos tabúes. No te digo que hay una sobreestimación del hombre por encima de la mujer, pero sí que la mujer tiene que trabajar muchísimo para demostrar cuáles son sus derechos; tiene que esforzarse mucho en mostrar pruebas, en luchar contra una justicia que, como digo siempre, aun estando en manos de mujeres, muchas veces resulta injusta.
¿Y de dónde sale este interés por salir para hablar con la gente? Vos, perfectamente, podrías quedarte tranquila en tu estudio, después de tantos años de trayectoria
Yo tuve un break (quiebre) en mi vida. La desaparición física del hombre que amé durante tantos años, y padre de mis hijas, hizo que volver a casa no fuera fácil. Antes, cuando trabajaba todo el día, porque yo soy realmente una adicta al trabajo, me levantaba temprano, salía y volvía tarde, pero cuando volvía sabía que tenía en casa la paz, tenía con quién charlar, la emoción de tener con quién, no sé, acurrucarte en la cama y decirle, “tuve un buen día”, “tuve un día más o menos”, o “tuve un día gris o nublado” Desde que él no está, siento que volver a casa no es fácil, entonces, más allá que siempre tuve una inclinación docente, desde mi lugar lo que trato es de contar mis experiencias para que los que quieran, o los que puedan, la adopten. Yo hablo para que la gente común, que escucha y piensa que no tiene derechos, sepa que sí tiene derecho. Se los explico para que recurran a sus abogados y sus abogados le digan “sí podemos”, sí se puede hacer todo lo que están planteando porque el Código lo tiene previsto y simplemente hay que usarlo. Cuando Marcelo estaba conmigo también lo hacía, pero no era tanto. Elegía pasar más tiempo en familia, me quedaba en casa organizando los almuerzos con la familia, y además porque a él le gustaba encontrarme en casa cuando volvía. Ahora, hay fines de semana que, más allá de que me vista, me arregle y salga, no tengo tanta energía y tanta fuerza para salir. El otro día, cuando tuve que llevar un regalo, me di cuenta de que la tarjeta decía Ana y Marcelo. ¿Sabés qué cruel es darte cuenta que perdiste una identidad de familia? Ahora es Ana sola, Marcelo ya no está.
Te escucho y pienso que su partida te dio una misión en la vida
Yo creo que hubo un antes y un después. Hace años que vengo pateando tribunales y visitando canales de televisión tratando de dar mi experiencia y mis sentimientos, pero a partir de que él se fue, mi soledad me juntó con la gente.
¿Ha sido difícil para vos esta carrera siendo la abogada de las famosas?
Yo veo ahora muchísimos abogados en la tele que están desesperados por ocupar un lugar, y la verdad que la tele es muy cruel porque te expone. La tele te convierte en una figura conocida, pero no por defender a un famoso vas a tener mayor o menor éxito, lo que está en juegos es el derecho que tenga esa persona.
¿Vos sentís que la tele te quitó más de lo que te dio?
No, la tele me dio y mucho. Primero que nada, un micrófono, fundamental para que uno pueda difundir un mensaje, y no solo me pasa a mí, le pasa a la persona que va a dar una receta de cocina, a la persona que va a hablar de lo que desea para nuestro país, o al médico que te cuenta cómo vienen las enfermedades o cómo se curan. Lo bueno de todo esto es que cuando yo hablo, utilizo el problema que tiene el famoso para hacerlo popular, en el sentido de que si le pasa a Wanda (Nara) o a Luciana (Salazar), significa que también lo puedo hacer extensivo al público que nos está escuchando.
Si las mujeres ven que a las famosas les cuesta, ¿no se echan para atrás a la hora de pelear por sus derechos? ¿No te dicen, “uy, si a tal le costó, yo ni lo intento”?
¿Sabes que yo uso eso al revés? Y les digo, “señora, si esta persona lo está peleando y lo está luchando, ¿por qué no lo va a hacer usted?” A las famosas les cuesta y lo cuentan. Le están diciendo a la gente que no, por tener un nombre y apellido conocido, las cosas te van a ser más fáciles, así que no hay que bajar la guardia porque todo suma.
¿Y cuál es la queja principal, o la denuncia, que a vos más te llega a través de las redes?
Yo no uso mis redes para hablar de derecho. Mi Instagram nació desde un lugar diferente, cuando un día Marcelo me dice: “Ana, vos cuando vas a la tele tenés siempre cara seria, cara de enojada, ¿por qué la gente tiene que pensar que siempre estás enojadas? Mostrate como sos realmente”. Entonces, opté por mostrar que no plancho, que no sé hacer esto, que no sé hacer lo otro, pero son cosas que no es que no las hago por comodidad, o porque tengo un sequito, no las hago porque no sé. Uso mis redes para mostrar a una Ana mujer, a una Ana familiar, una Ana natural que no es lo mismo que la Ana con cara seria y enojada de la tale.
Hablando de la tele, ¿la pasaste muy mal en LAM?
Yo fui con un objetivo y Ángel se portó muy bien conmigo. Él lo charló conmigo durante todo el verano y me dijo,” Ana, todos los programas necesitan tener un profesional que traduzca a un lenguaje llano qué es lo que está viviendo y qué es lo que pasa por la tele todo el día”, porque hoy en la tele, un divorcio vende más que un casamiento, entonces, temas como alimento, violencia de género, régimen comunicacional del papá que no puede ver a la nena, división de bienes, todo eso pasa por la tele. Ángel dijo, “me parece mejor que lo traduzcas vos que sos abogada con experiencia, a que lo diga un periodista que obviamente no tiene el mismo expertise para decirlo”. Puede ser que a alguno que otro le haya molestado mi presencia, igual yo sobresalgo donde esté sin necesidad de competir. Yo no compito con nadie.
¿Te gustaría volver a la tele? ¿Alguna vez pensaste en tener tu programa?
Estoy invitada todos los días. Ángel me invita una vez por semana. Me invita Georgina (Barbarossa), Carmen (Barbieri), me invita “Polémica” (en el Bar), me invita Pamela David, me invitan Socios (del Espectáculo), me invitan todos los programas, inclusive hasta noticieros o mesas de debate quieren que vaya. ¿Por qué? Porque hablo así como estoy hablando con vos y la gente cuando prende la tele quiere un mix de todo, un mix de derechos, un mix de interpretar lo que se le está diciendo, hasta han llegado a prestar atención a cómo estaba vestida, porque la gente mira eso. Yo sé que tengo todo eso para ofrecer y todo eso tiene como una especie de atractivo para la televisión argentina que se llama rating.
Se ha hablado mucho de tu relación con Wanda y me lleva a preguntarte si sos amiga de tus clientas
Con el paso de los años, necesariamente, estableces otro vínculo, pero cuando tengo que ponerme en abogada, me pongo seria y cruel. No soy complaciente, en el sentido de que me piden y hago. Tengo un diálogo jurídico y les digo sus derechos, cuáles son y hasta dónde pueden llegar, pero después, cuando nos encontramos, nos divertimos, almorzamos, cenamos, o hacemos vida de familia, pero separo perfectamente y el lugar del artista es del artista, yo me corro.