Sería injusto para Antonio Skármeta reducir toda la importancia de su obra a un solo libro, su libro más famoso. Pero, a la vez, ¿no sería igual de injusto con Ardiente paciencia (El cartero de Neruda) no ponerla por encima de sus otras novelas? Puede que sí.
Skármeta no era un desconocido para las letras de habla hispana cuando se publicó, en 1985, esa novela breve. Su nombre, de hecho, aparecía como atractivo entre las novedades bibliográficas, especialmente por dos colecciones de cuentos que publicó Siglo XXI en Buenos Aires durante los 70: Tiro libre y Novios y solitarios.
Pero fue Ardiente paciencia la novela que convirtió al autor en uno de renombre mundial. Sin dudas, la belleza de esa pequeña historia que reúne a un ignoto cartero con un poeta de calibre universal (Pablo Neruda) fueron los ingredientes perfectos que explican el éxito en ventas como el logro literario.
Es curioso lo que cuenta Skármeta al respecto de la génesis del libro: ya en sus inicios soñaba con ser un escritor reconocido y no conseguía más que sucesos parciales. Trabajaba como periodista en un diario de poca monta cuando se le apareció la oportunidad de entrevistar a Neruda en Isla Negra. Soñó, en ese momento, convertir el encuentro en una novela, pero fracasó en el intento. Sólo 10 años después de la muerte del Nobel chileno acometió la escritura y todo funcionó: trazó una historia conmovedora en la que la poesía, en todos sus aspectos (el de la escritura de Skármeta, el de la presencia de la misma en la trama), produce la magia. Magia que, como dijimos, involucró al propio novelista: una de las líneas más famosas del libro exclama: “¡La poesía no es de quien la escribe sino de quien la usa!”. Y vaya si fue útil para Skármeta la poesía de Neruda y la suya propia.
Esa magia poética no quedó en el libro. Las versiones para teatro de Ardiente paciencia, cuya más reciente puesta en nuestra provincia se produjo en 2018 con dirección de Miguel Calderón, y, especialmente, para cine (El cartero, de Michael Radford, es una pequeña obra maestra) lo ratifican.
Haya justicia o no, Antonio Skármeta será recordado por esa lograda novela emotiva pletórica de poesía. No es poca cosa.