Sin dudas, la música coral en Mendoza es uno de los bastiones musicales que tiene la República Argentina. Al decir “música coral” sintetizo en una frase directoras y directores, a la universidad e institutos que forman profesionales de esta especialidad y a las miles y miles de personas que cantan en los coros de Mendoza.
La nuestra es una de las provincias que más actividad coral tiene en el país y eso es el reflejo del amor de los primeros directores que empezaron con esta actividad, y que fueron transmitiendo de generación en generación una cadena que no se cortó nunca.
Yo veo a la Mendoza del futuro con mucha más presencia coral, no solamente en los ámbitos donde se mueve esta actividad (un concierto en un teatro, por ejemplo), sino en los lugares menos habituales y donde muchas veces el coro representa un motivo de felicidad para gente que no accede usualmente a estas propuestas. Me refiero a la posibilidad de escuchar un coro en escuelas, en barrios, en organizaciones sociales, en donde realmente el coro todavía no logra llegar a pleno.
Todavía existe una disociación entre los que hacemos la música, los que dirigimos, y la comunidad. Tenemos un puente que tender en ese sentido. Hacer una autoevaluación para saber si lo que estamos cantando puede llegar a todos los públicos, y saber comunicar.
Hace tiempo, el mundo coral mendocino se dio cuenta de esto y ha ido incorporando a sus repertorios las músicas populares de nuestro tiempo. Hoy hay coros que están cantando música de Queen, o hay casos como mis coros (Coro de la Legislatura de Mendoza y Coral Pareditas de San Carlos), con los que hacemos música de los Enanitos Verdes, Charly García, Félix Dardo Palorma o Gilda. Nos hemos dado cuenta de que hay un nuevo público que estaba necesitando esto, porque cuando escuchaba la palabra “coro” posiblemente no se animara a participar creyendo que no era música para él o que lo que escucharía estaba alejado de sus gustos.
En esto es importante que también los medios de comunicación apoyen a los coros, porque la mayoría de las agrupaciones son vocacionales. Hay que saber que el 99% de las agrupaciones corales en Mendoza son autofinanciadas. Esto significa que las agrupaciones reciben apoyo de algún sector público (pago director/a y equipo), pero, en el camino de mostrar el trabajo es el coro el que hace el gran esfuerzo para comprar su uniforme, comprar la música que va a interpretar, hacer un viaje, grabar su música u organizar un concierto.
Es ahí donde vamos a necesitar que los medios de comunicación se sumen a estas patriadas.
Por otra parte, es necesario que las instituciones que ya tienen coros los fortalezcan, les otorguen mejores presupuestos, ya sea con el pago a sus directores o a su equipo, como con el apoyo a esas personas que cantan, que este se ponen la camiseta de una institución y lo hacen por amor a la música, sin recibir un solo pago. Esa persona paga su viaje, paga su uniforme, paga su traslado hasta cada ensayo, se tiene que estudiar las partes correspondientes a una a propuesta musical, y ahí es donde entre todos tenemos que cuidarnos, pero especialmente, cuidar al “cantante de coro”. Es él el que sostiene con mucha fuerza, con mucho amor, con mucho ahínco esta experiencia sonora que es única.
El coro es una experencia de solidaridad, cooperativismo, disciplina compartida. Es una actividad en la que hay que estar más pensando en el otro porque solo, no se puede lograr el objetivo. Es una forma de pensamiento, la idea de lo comunitario, de lo que une a las personas.
Estoy convencido de que Mendoza va a seguir generando cada vez más coros. Pero como gran tarea, debe también apuntarse a fomentar esta actividad en la niñez. Hay grandes directores de coros que afirman que “debe haber un coro en cada aula de cada escuela”.
Por último, para que la actividad coral de Mendoza siga siendo un emblema, un motivo de orgullo, es importante lo siguiente:
Que la actividad coral sea incluida de forma definitiva en las políticas culturales y educativas del Gobierno Provincial con el acompañamiento de todos los municipios.
Que el sector privado tenga como parte de su actividad social un coro dentro de su esfera laboral que los represente o que apoye contratando a coros en sus acciones de promoción institucional o se convierta en mecenas de la actividad.
Apoyar a un coro es apoyar a la propia comunidad, a muchas personas que se unen a través del canto común y desean hacer trascender ese amor por la música a toda la comunidad.
(*) Alejandro Scarpetta es músico, director coral y creador del Festival Cantapueblo.