“Si al verme diciendo versos
que a mi pueblo lo ilustran,
más de uno me pregunta
el porqué del privilegio,
o quién me ha dao el derecho
pa’ cantarle a esta tierra…
¡La razón está es mis venas
por herencia y sentimiento…!
¡Soy cuerda del Universo…
como zorzal em la sierra!”.
Asencio Villar. “La razón de mi canto” (2007)
En nota anterior, con referencia al “Día de la tonada” que se celebra en Mendoza el 23 de diciembre, me referí a dos de los genios que ha dado la música popular cuyana: Hilario Cuadros y Félix Dardo Palorma, autores de composiciones que perdurarán por siempre. Hoy quiero sumar otro nombre al grupo de poetas y compositores que, imbuidos de las formas tradicionales, crean su propia obra a modo de “proyección folklórica”. Reconocemos por tales, siguiendo a Augusto Raúl Cortázar (“Folklore y literatura”, 1971) a aquellos fenómenos que se inspiran en la realidad folklórica, cuyo espíritu trasuntan, pero producidos fuera de ese ámbito y que no cumplen con la totalidad de los rasgos que caracterizan los fenómenos folclóricos (v.g., la oralidad y la anonimia).
Es el sureño Asencio Villar, autor de “La razón de mi canto; Versos criollos” (2007), que lleva a modo de dedicatoria la leyenda “Un sentido homenaje a mi pueblo y la tradición desde Malargüe, Mendoza”. Este poeta, tal como se lee en la solapa del libro, nació el 18 de mayo de 1939 en un puesto del paraje El Sosneado (Departamento de San Rafael, Provincia de Mendoza), donde pasó su niñez y cursó los primeros grados de la escuela primaria: “Acunado por Los Andes / está mi pago ‘El Sosneado’. / El Atuel lo ha separado / de las tierras de Malargüe. / Desde allí vengo a cantarle / a mi pueblito natal” (2007, p. 97). Luego se radicó en Malargüe.
Desde muy joven animaba fiestas, peñas, festivales, destacándose como recitador. A los quince años ingresó a la Policía de Mendoza como radiotelegrafista, profesión aprendida en El Sosneado. En 1961 pasó a desempeñarse en el aeródromo de Malargüe, como jefe desde el año 1985 hasta su jubilación.
Entre sus logros personales se cuentan el haber sido Coautor del Festival del Chivo en 1982; Maestro de Ceremonias, junto a Ricardo Farías, en el año 1989, fecha en que se reinició dicho festival. Además, participó en numerosas Fiestas de la Vendimia y obtuvo menciones en diversos certámenes literarios.
Don Asencio me hizo llegar sus versos y a su generosidad respondí con una carta, algunos de cuyos párrafos quiero transcribir ahora:
“A don Asencio Villar”:
“Aunque por diversas circunstancias no hemos llegado a conocernos personalmente, lo siento cercano. Cercano de aficiones (la poesía, el canto...), compañero en el amor a esta tierra que nos cobija, amigo en el respeto de nuestras tradiciones, hermanado en el deseo de trabajar por la cultura de nuestra provincia.
“Ante todo, quiero agradecerle en forma pública su generosidad al enviarme el libro ‘La razón de mi canto’. Lo leí con interés y con deleite, porque en él late la voz genuina de la patria: hombre y paisaje unidos en la celebración de una voz entrañable, que asume el tono de los antiguos payadores, para demostrarnos que la auténtica poesía popular puede revivir en la palabra inspirada del cantor de hoy.
“Es la suya una obra ‘suma’: con una intención totalizadora abarca en su mirada amorosa todos los elementos que constituyen la ‘patria chica’, ese Malargüe que es norte y causa de su canto: la tierra y el hombre que la habita, la memoria que tiñe de melancolía el recuerdo de cosas idas y la ‘picardía criolla’ que torna festivo el verso, con un gracejo de buena ley. Por eso podría decirse que su canto tañe distintas cuerdas: nos habla a los sentidos y al corazón, nos hace sonreír y –por qué no- entristecernos ante el espectáculo de tantas costumbres tradicionales que la aceleración del tiempo histórico se empeña en hacer desparecer.
“Pero mientras exista la voz del poeta capaz de inmortalizar lo fugaz en la palabra que perdura, nuestro patrimonio se conservará, para enriquecimiento de las nuevas generaciones, porque si –como dijo el gran poeta español Antonio Machado- la auténtica poesía es ‘la palabra esencial en el tiempo’, sus versos están llamados a perdurar en la memoria de los hijos de su tierra.
“En su libro laten las bellezas naturales que el territorio mendocino alberga, porque a través de la obra artística se puede captar de manera privilegiada la esencia de un pueblo, entidad troquelada en la peculiar conjunción de un entorno geográfico y particulares circunstancias socio-históricas, igualmente diversa en el correr del tiempo, pero siempre fiel a sus rasgos esenciales. Entonces acercarnos a la obra de algunos de nuestras artistas –como es su caso- a través de un recorrido por los sitios que conocieron, amaron y cantaron en su obra, constituye una incitante aventura de descubrimiento.
“Amigo Asencio, en su obra está presente todo Malargüe y están todos los valores de nuestra tradición. Dios le dio el don del canto para ponerlo al servicio de sus coterráneos y usted cumple con total fidelidad esa misión de ir ‘alumbrando caminos’ con la magia de la canción. Nada más que palabras de agradecimiento tengo para quien es capaz de plasmar en versos que fluyen con naturalidad y sencillez tan rico tesoro de vivencias.
“No me queda más que despedirme y augurar a usted muchos años más de creación fecunda. Unidos en el amor por la poesía y las cosas de la tierra, lo saludo de corazón”.
Hasta aquí lo que redacté en ese momento. Y sigo pensando los mismo: en sus versos late la más pura esencia del cantor cuyano, en quejas de amor como la siguiente: “¿Dónde andará mi canto / que ha perdido…? / ¿Se quedará en la noche / soñando en vino…? / ¿O se fue en los labios / de un amor-olvido…? / ¿O apretando la mano / de un viejo amigo…?” (2007, p. 32).