Cuando Germán Daffunchio canta con la garganta en la mano “La clave del éxito”, apura la rebeldía de generaciones que lo tienen a él como bandera (y a Luca, a Divididos, y a toda una tradición de rock “chabón”, hijos putativos de Sumo). Cuando entona “Personalmente” o “Cómo se curan las heridas”, trae al Bustelo la etapa más avanzada de Las Pelotas, su propia “era de la madurez”, en la que el marinero solo se propuso hacer buenas canciones, sin importarle que las hinchadas le reclamarán electricidad y vértigo.
Pero también hubo en el recital del sábado mucho “Shine” o “Sin hilo”, de esa primera etapa, tras la repentina muerte de Prodan, en la que había mucho por gritar, por bailar, por imponer, para demostrarle al rock nacional que se podía seguir vivo después de tanto luto.
Son muchos los años que están en la mochila de una de las bandas más coherentes de la historia del rock argentino. Quizá no la más virtuosa técnicamente (un traje que le luce mejor a Divididos), pero que heredó la creatividad, el desparpajo y la belleza de esa década que amamos odiar, la de los 80.
“Esperando el milagro”, 20 años después
Por todo esto, cada recital de Las Pelotas es una confirmación. Sobre ese escenario hubo bellas canciones, la voz de un hombre que gusta navegar los mares del arte, y una banda que -20 años después de su exitoso “Esperando el milagro”- sabe elevarse, y no marearse ante la tentación de ser una banda de covers de sí mismos. Algo que últimamente es muy común sentir en el rock argento, y que en Las Pelotas -quizá por sus riesgos, su vitalidad, y su sinceridad a prueba de balas- nada parece más lejano a ese autoplagio.
Sus canciones de hoy no son como las de ayer. Y esto que puede sonar una crítica, es quizá la mejor característica del combo pelotero.
Dos mil personas se apuntaron a la celebración de un disco, “Esperando el milagro”, que llevó a Las Pelotas a la cima de todos los ranking radiales. “Será” fue un hit instantáneo que obligó a la banda de Germán, a contestar pavadas sobre si se habían convertido en una banda de éxitos.
Daffunchio, y entonces Sokol, siguieron su camino, y coronaron una carrera que nunca persiguió dar con el “tema de moda”, pero que pudo editar clásicos que, como todo clásico, no envejecen. Estuvieron el sábado en la lista de papel pegada con cintex a los pies de los cantantes: “Si supieras”, “Saltando” o el inoxidable “Capitán América”, entre otras.
20 años no son nada, y Germán cada día canta mejor. Las bases de Gustavo Jove (batería) y Gabriela Martínez (bajo) fueron un metrónomo de pura potencia; mientras las melodías del experimentado Sebastián Schachtel (teclados), Tomás Sussmann (guitarra) y Alejandro Gómez Ferrero (vientos), le pusieron el moño a la fórmula de la banda radicada en la sierra cordobesa.
Asistir a un show de Las Pelotas es encontrarse con la rebeldía de lo que fueron, la coherencia de lo que son, y el deseo irrecuperable de seguir; porque con el pasado no alcanza. La nostalgia puede ser como la medusa. Irresistible, pero igualmente peligrosa. Son pocas las bandas longevas que logran no convertirse en piedra.
Invitados claves
Promediando el show, Daffunchio invitó al escenario a Claudia “Kola” Canga, esposa del baterista Gustavo Jove, y corista original de la grabación del hit pelotero “Será”, a cantar precisamente ese tema.
Casi al final, fue el turno de otra aparición especial: la de Marcelo Zoloa de Bela Lugosi. El mendocino acompañó a Germán en “Sin Hilo”.
La puesta en escena del Bustelo fue sencilla pero efectiva. Apenas una pantalla vertical, marcando algunos clips con letras, imágenes y mucho color fuerte que contrastaba con los telones negros y la iluminación plana.
Momentos altos
El show arrancó puntualmente con “Qué podes dar”, y muy pronto sorprendieron con una versión modernosa de “Orugas”, del disco Máscaras de sal. La gente disfrutó con el canto de hinchada que regala “Si supieras” (Las peló, las peló”) pero lo mejor llegaría en el final. “Estamos en la tierra del vino, y con qué se hace el vino…”, preguntó el vocalista antes de cantar “Uva uva”.
La banda lo dejó todo. Empapados en sudor, terminó el show con “Shine” y un sacado “El ojo blindado”. A esa altura tras cuatro despedidas y tres bises, nadie se había movido del Bustelo.