Mercedes Araujo es de esas escritoras imprescindibles para reconciliarse con la propia historia y enraizarla junto a la de la sociedad en la que nacimos, al este de la cordillera, pero muy al oeste de la capital. Porque así, sin mencionarla en las nuevas páginas de su última novela Botánica Sentimental, al recorrer las líneas de la lectura uno sabe que está hablando de Mendoza.
“La idea siempre fue que la novela tuviera todo el aire y el paisaje de acá”, comienza diciendo Mercedes Araujo en una entrevista con Los Andes. “Me gusta trabajar la puntualización y la bajada de la imagen a la escritura. Creo que la construcción se posibilita a través de la precisión. Entonces en la imagen hay color, sombras, movimientos también. Es esa intención, darle escritura a una imagen”, comenta.
Mercedes Araujo estudió abogacía pero se dedicó a las Letras. Publicó los libros de poesía Ásperos Esmeros, Duelo, Viajar sola, La isla y la novela La hija de la Cabra. Formó parte de la antología de poetas jóvenes - Poetas de la Feria (Fundación El libro, Catálogos, publicado en el 2000). Recibió el Tercer Premio en Poesía del Fondo Nacional de las Artes en 2009 y el Primer Premio en novela en 2011. En 2016 obtuvo la Beca Bicentenario del Fondo Nacional de las Artes en la categoría Letras. Sus poemas forman parte de la antología Poetas argentinas, 1960-1980 y han sido traducidos al inglés y al francés.
Botánica Sentimental, su más reciente novela, habla del regreso de Antonia -una mujer de mediana edad- a Mendoza, donde debe rehacer parte de su pasado, emparchar recuerdos, curar grietas, derrumbar o revocar muros según convenga, eliminar todo lo que ya no sirve en la memoria y recuperar su naturaleza y la de las plantas de la finca donde pasó su infancia y a la que va rescatando a la par del orden que pone en su desacomodado interior emocional.
En este recorrido, Araujo lleva y trae la memoria ancestral de la región con personajes de antaño que fueron partícipes en la historia familiar de Antonia pero también figuras emblemáticas en un momento fundacional para la provincia.
Así, incluye personajes reales con vidas imaginarias que cruzan sus caminos con los antepasados de la protagonista. “Es una novela totalmente ficcional, lo que pasa es que aparecen ciertos personajes que son reales. Augusto Bravard es el paleontólogo francés que anticipa el terremoto de 1861 y muere en el mismo terremoto”, adelanta. La participación de este personaje se explica desde la fascinación de la escritora por el recorrido de un hombre que predijo la desgracia y murió en ese mismo hecho. “Me parece fascinante como mito fundacional de una ciudad que se funda tras la caída total de un primer intento de construcción de esa ciudad”, precisa.
Augusto Bravard fue un ingeniero y paleontólogo francés que llegó a la Argentina en 1853 en busca de fósiles. En principio se dedicó al Riachuelo y a la zona en la que hoy se ubica el barrio porteño de Recoleta, luego se trasladó a unas afloraciones encontradas en las barrancas del Río Paraná y allí se hizo cargo del Museo Nacional Paraná creado por Urquiza. Sin embargo su destino final estaría en Mendoza, donde se afincó con la idea de encontrar fósiles.
“Comencé la investigación para tratar de saber quién fue ese personaje que anticipó el terremoto, pero claro, lo hizo dos o tres días antes, con lo cual, el margen de acción frente a semejante movimiento telúrico fue nulo. Pero también te está hablando de la paradoja del humano, aún sabiendo que un terremoto puede ser anunciado, eventualmente, cuáles son las posibilidades reales de acción frente a la potencia de la tierra” desgrana Araujo.
El personaje de Bravard en la vida real, sin embargo, no fue tan poético y heróico sino que tenía intereses personales más ligados al contrabando legal de reliquias. “Era un paleontólogo que había venido a armar colecciones de los dinosaurios argentinos que eran muy codiciados en ese momento por el British Museum y por distintas instituciones que iban llevándoselos a distintos lugares. Esto habla de la propia historia, y con cuestiones que tienen que ver con la política argentina e incluso americana” explica la escritora.
Para la creación de cada uno de sus personajes, Araujo inicia un camino no tanto de investigación pura como de búsqueda y disfrute de historias que luego poblarán las vidas de quienes forman parte de sus novelas. “Son hallazgos producto de mis lecturas, de mi tirar de un hilo y de darme cuenta que me interesa mucho el mito fundacional, que es el mito terremoto”, define.
El salto entre la búsqueda -al parecer. insaciable- de la historia fundacional de Mendoza y el momento de creación literaria aparece, para quienes entramos en el universo ficcional de Araujo, como un abismo desconocido a través del cual la escritora nos guía. Cómo se produce en ella este salto, fue la pregunta inmediata: “Una tierra que de tanto en tanto se sacude y destruye toda la construcción cultural y civilizatoria que se le pone encima. Los terremotos dejan marcas profundas no solamente materiales sino míticas. Para contar el sismo hay que contar la grieta, la tierra abierta. ¿Cómo se rompen los personajes en la ruptura del suelo que los alimenta y sostiene? En las grietas se evidencia el daño pero también lo que sobrevive, entero o endeble”, explica luego de una profunda pausa.
Pero además del terremoto, el paleontólogo y Antonia con sus recuerdos, Botánica Sentimental pondera casi al mismo nivel otros personajes animados e inanimados, como el cielo en todas sus versiones, las plantas de la finca -entre las que los rosales ostentan la pretenciosa virtud de predecir pestes-, la inefable montaña, el aire de campo y una innumerable procesión de seres de toda índole a los que vivenciamos como parte de la identidad local.
“La novela la comencé a escribir hace varios años y la terminé en el año 2021, en pandemia, durante los años del encierro, en los que volví a Mendoza. Fue en ese momento en el que algunos elementos de mi propio contexto se impusieron, por ejemplo, la obsesión por el cielo y la relación con las estrellas, la experiencia de la contemplación, la demora de los días, el aislamiento”, reflexiona.
Botánica Sentimental fue publicada por Editorial Lumen, un sello de Random House con el que se editan muchos clásicos, como Virginia Wolf en castellano, y que en la actualidad se ha volcado a la publicación de destacados literatos argentinos actuales.