Cecilia Grierson, resulta para muchos de nuestros compatriotas, un ser humano desconocido, exceptuando los ambientes específicamente médicos. Y es injusto.
¿Por qué? Porque fue la primera mujer que se recibió de médica en nuestro país y, con este doctorado, resultó ser también la primera mujer con título universitario de la República Argentina.
Por ese entonces, 1889, Cecilia Grierson era una maestra de 30 años que cumplía su labor en una república tremendamente convulsionada, con choques políticos violentos.
La figura de Cecilia es una de las tantas personalidades olvidadas de nuestro pasado (por suerte rescatada con la inclusión de su figura en el actual billete de $2.000).
Mucho antes de ser la única mujer en un mundo universitario de varones, ya había demostrado que el tener una férrea voluntad.
Nacida en Buenos Aires en 1859, Cecilia fue llevada por su madre a Entre Ríos, donde poco antes su padre había comprado una estancia.
Era apenas una niña de 11 años, cuando el asesinato de Justo José de Urquiza, en abril de 1870, origina una revolución. En pocos meses la fortuna de el padre de Cecilia desaparece. Poco tiempo después fallece su progenitor y su madre queda sola con varios hijos pequeños.
La estancia propia es ahora apenas una pobre extensión de campo, que la desolada viuda trata de salvar. Desesperada, la mujer envía a su hija a Buenos Aires, al hogar de un familiar, mientras su madre se queda en la chacra. Pero Cecilia Grierson es una muchacha orgullosa. Antes de aceptar la hospitalidad de ningún pariente, prefiere emplearse como institutriz.
Es inteligente y sagaz. Sabe leer y escribir y habla inglés correctamente. También comienza a cursar estudios secundarios en la Escuela Normal. Durante un tiempo permanece en la gran ciudad.
Cecilia extraña a su madre, a los hermanos. Regresa al campo entrerriano y allí, para contribuir a los pobres ingresos familiares, funda una escuela rural en las afueras de Paraná. Como todavía es menor de edad, hace figurar a su madre como directora. Por otra parte, todavía no era maestra. Manejar una escuela sin título, anulaba todas sus ambiciones de progreso.
Ya con una idea fija, regresa a Buenos Aires, donde logra recibirse de maestra. Es la época en que Sarmiento crea una escuela tras otra. A Cecilia, maestrita de 18 años, le encarga la dirección de una escuela mixta en Buenos Aires, en la Parroquia de San Cristóbal.
La Parroquia de San Cristóbal es un “barrio de taitas y cantores”, como dice algún tango, pero también allí la gente se muere de hambre y de males a los que nadie pone remedio. Una amiga de Cecilia, Amalia Kenning, está muriendo poco a poco, consumida por la tuberculosis. Es entonces cuando, súbitamente, Cecilia asume la responsabilidad más heroica de su existencia: recibirse de médica y salvar la vida de su amiga.
Ingresa en la Facultad de Medicina. Para costear sus estudios, de noche dirige una de las primeras escuelas nocturnas del país, en el barrio de La Piedad. Empero, Pero su amiga, muere antes que ella obtenga su graduación universitaria.
Cecilia tiene 30 años cuando recibe su título profesional.
El presidente Roca le encarga organizar el servicio de primeros auxilios de la asistencia pública y desde ese cargo, la ahora doctora Cecilia Grierson, trabaja en jornadas que a veces superan las catorce horas de labor. Funda la Sociedad de Primeros Auxilios, da conferencias, dicta cursos en las escuelas Normales precisamente sobre primeros auxilios.
Cecilia Grierson, la primera médica argentina, vivió sesenta años: falleció el 10 de abril de 1934. Fue un espíritu luminoso, una mujer de increíble fortaleza, que consagró toda su vida a la defensa de la salud de nuestro pueblo.