A sus 61 años, Andrea Frigerio está quizás en la cúspide de su carrera. Pero no como lo habríamos pensado hace 20 años atrás: desde hace algunos años, su presencia en el cine argentino es cada más grande.
Y no solo eso. Elige sus proyectos con un tino y una astucia que, al margen de su talento como actriz, la ha vuelto una cara asociada al prestigio. Película como “Mi obra maestra”, donde interpreta a una curadora exquisita, recorrieron festivales internacionales.
Pero quizás lo que caracterice a Frigerio es la versatilidad en los personajes que interpreta. Lo confirma “La extorsión”, película protagonizada por Guillermo Francella que todavía puede verse en los cines argentinos.
En una entrevista a Clarín, reveló de hecho que Francella fue también una especie de mentor en su carrera, y que la esposa del actor fue quien tuvo “el ojo” de ver la actriz escondida detrás del modelaje y la conducción.
Habla de esto y mucho más.
-¿Por qué recién en tu madurez nos enteramos de que eras tan buena actriz?
-Jajaja, gracias, porque yo empecé a trabajar como actriz de grande. Primero fui modelo como diez años, después me dediqué a la televisión como presentadora y a través de María Inés, la esposa de Guillermo Francella, me di cuenta de que podía hacer esto que hago ahora.
-No entiendo qué tiene que ver la mujer de Francella...
-Ella fue la que me dijo: “Vos sos actriz, y yo le voy a decir a Guillermo que te llame para trabajar. “¿Y por qué te das cuenta de que yo puedo actuar?”, le pregunté. Y ella me dijo: “Porque sí”. Guillermo me llamó para el primer papel que yo hice en mi vida, que fue un sketch de “Poné a Francella”, año 2002, 2003… Actué y él estaba medio sorprendido: “Ah, vos sos una tapada”. Me quedé todo el año en el programa. Se ve que María Inés me había visto como conductora en programas de entretenimientos y un día me la crucé de casualidad en unos de esos partidos de fútbol de los maridos, se me acercó para presentarse y me contó que siempre le insitía al marido para que me llamara... Y así fue: yo también me enteré tarde de que era actriz, a pesar de que de chica siempre lo supe, pero no me lo permitía…
-¿Actuabas de modelo…?
-Actuaba de modelo. Oficio mudo. Actuaba de conductora: una Barbie que presentaba. Pero lo mío es el histrionismo, interpretar vidas de otros.
-Pensé que trabajabas de modelo porque te daba más guita que actuar…
-No, no, yo ni idea de que tenía esto. Mi padre, que ya falleció, también estaba sorprendido: “¿Cómo se dieron cuenta de que actuabas?”. “No sé papá, se dieron cuenta”. Creo que cuando tenés un don, algo que no es tuyo, sale, aflora. Es increíble….
-Podrías tener casi tanto trabajo como Mercedes Morán…
-Bueno, yo la admiro muchísimo a Mercedes. Muchísimo…
-Por ahí la belleza te juega en contra para ciertos papeles…
-¿El estigma de la modelo, decís?
-Quizá no podrías hacer, no sé, de la mujer del fiscal Strassera…
-Ahora hice una película que se llama “Una Jirafa en el balcón”, un título muy particular. Tiene que ver con la época ERP y Montoneros. Allí soy una excombatiente y aparezco muy deteriorada por situaciones complicadas de la vida.
-Trabajaste con Darío Grandinetti, con Francella, con Oscar Martínez. ¿Intimidan a veces esos nombres?
-Mirá, yo soy una mujer de mucho carácter y entiendo que si alguien me llama para hacer un papel es por algo. Acostumbro interpelar mucho al director antes de agarrar un personaje. “¿Por qué me llamaste a mí y no a otra?” “¿Estás seguro de que soy yo?”. A los directores les doy hasta permiso de que me echen si prenden la cámara, enfocan y se dan cuenta que fui un error. Pero cuando el director me demuestra su determinación, siento que me dio un pergamino para que yo me sienta segura. Confío mucho en lo que puedo dar y en mis compañeros. Me gusta trabajar con la mirada y en el caso de Guillermo, que es quien me puso sobre el escenario y además nos une una confianza y una amistad, yo le dije en esta película: si vos ves que levanto una ceja de más o hago una mueca de menos, lo que sea, me lo decís. Me gusta que mis compañeros me ayuden a construir el personaje.
-No estudiaste actuación…
-Estudié. Antes de ser modelo estudié con Lito Cruz, pero fui, vine, hice mis cursos, luego empecé a modelar, estudié un poquito con Julio Chávez, un año y medio, y trabajo la voz, voy a canto... Trato de estar entrenada. También físicamente. Tengo un cuerpo que me permite entrar en los personajes sin problema. Me puedo transformar. Hice una película con Juan Leyrado el año pasado, donde hago de una matrona italiana, toda llena de relleno, no me van a reconocer, me encantó….
-¿Qué película fue una bisagra en tu carrera?
- “El ciudadano Ilustre”.
-Mariano Cohn y Gastón Duprat.
-Sí, después hice “Mi obra maestra” con uno de los dos. Me acuerdo que me pidieron una reunión, vinieron con carpetita y que el proyecto de “Ciudadano Ilustre” se demoró muchísimo. Tuvo como cuatro postergaciones. Yo estaba desesperada por ese papel. Era lo único que tenía. Era eso o nada. No es que podía andar eligiendo.
-No te llueven proyectos…
-Ahora las cosas cambiaron un poco desde esa película. Por eso también la considero bisagra.
-¿Te arrepentís de haber sido modelo?
-No, yo empecé a trabajar de modelo, pero antes estudié Biología en la Universidad de Buenos Aires. Me faltaron siete materias para recibirme. Soy hija de un ingeniero y una maestra. En mi casa no había artistas. Existía una relación con el arte, pero desde el lugar de espectador. Hice ballet de los 6 a los 17. Estudié cuatro idiomas, se preocuparon mucho por mi educación. Nunca jamás imaginaron que yo iba a modelar. De hecho cuando le dije a mi papá que iba a ser modelo, fue una ofensa para él. “Yo no te eduqué para eso”. Pero tenía un hijo, tenía que trabajar y tenía el physique du role para hacerlo. Me fue muy bien, pero no era mi vocación. Me aburría desfilando. Iba por la pasarela y siempre pensaba en otra cosa.
-¿Hacía falta pensar?
-Yo pensaba. Pensaba que tenía que darle de comer a mi hijo.