Cristian Delhez: un trasgresor que respiró y sintió el arte bajo sus reglas

El artista plástico, fallecido el pasado 19 de octubre, dejó una innumerable obra entre grabados, dibujos, esculturas y pinturas. Premiado en todo el mundo, su padre Víctor lo marcó a fuego. Hoy, su hijo Iván lo recuerda en la intimidad de su taller y reflexiona sobre el legado que deja.

Cristian Delhez: un trasgresor que respiró y sintió el arte bajo sus reglas
El artista fue uno de los destacados grabadores de Mendoza.

Hasta que el cuerpo se lo permitió su mano trazó una forma, un dibujo que le sugería el momento, muchas veces atravesado por la ironía, uno de sus sellos característicos La imaginación de Cristian Delhez estuvo intacta hasta horas antes de su partida, el pasado 19 de octubre, tras no superar una operación cardíaca en el Hospital Español.

Artista desde la cuna, Cristian siguió los pasos de su padre Víctor Delhez, otro destacado artista plástico de la provincia. Y, sin presión alguna, también su hijo Iván adoptó el arte como una forma de pararse ante la vida.

“Si hay algo que él me comentaba siempre es que su padre le decía: ‘Hijo, no hay que pasar en vano por esta vida’. Y creo que si alguien entendió eso fue mi papá. Porque aunque partió a los 75 años, dejó un legado y obra de más de 150 años, porque es increíble la cantidad y la calidad de la obra”, sostiene Iván Delhez, hijo menor del artista mendocino, que compartía a diario su trabajo.

El artista plástico falleció a los 75 años y dejó una inmensa obra, además de su legado como docente.
El artista plástico falleció a los 75 años y dejó una inmensa obra, además de su legado como docente.

Vivir para y por el arte

Soy un artista chacrense, mendocino, argentino y aspiro a lo Universal. Prefiero del arte lo divertido por diverso, porque vivo de él y lo agradezco”, se definió Delhez en una publicación el año pasado, en una revista de Barcelona (España).

Observador, pícaro, inquieto y humilde, nunca dejó de crear y aprender. Aunque el arte lo absorbió desde la cuna, fue la docencia el camino que lo llevó a compartir su técnica y su búsqueda incansable. Docente en el Taller de Grabado de la Facultad de Artes y Diseño de la UNCuyo, también fue Profesor Titular de Dibujo y Expresión en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Mendoza, tarea que realizó hasta antes de su internación.

Más de 20 exposiciones individuales en todo el país, 200 muestras colectivas y más de 40 premios, entre los que se destaca el Gran Premio de Honor “Presidente de la Nación” sección Grabado, en el Salón Nacional de 1999. Y la Mención Honorífica en la IX Bienal Iberoamericana de Arte, Instituto Cultural Domecq (México, 1994). Son algunos de los logros que marcaron su camino universal.

“Dedicó su vida al arte y siempre vivió del arte. No fue una persona que vendió muchas obras, pero sí se dedicó a la docencia y tuvo muchos premios. Porque tiene más de 45 premios en todo el mundo, cosa que es destacable en un artista mendocino. Fue Académico Delegado de la Academia Nacional de Bellas Artes. Hizo una carrera muy linda, y nunca lo impulsó la venta de la obra, el tener que hacer ‘algo para’. Tuvo propuestas de galerías de Buenos Aires que le ofrecían mucho dinero cuando era muy joven, pero lo último que lo movió era eso. Nunca trabajó para un salón, cuando expuso lo hizo con la obra que quiso”, destaca su hijo Iván.

En la pintura como el dibujo convive el color, la naturaleza y la visión que lo atravesaba en ese momento.
En la pintura como el dibujo convive el color, la naturaleza y la visión que lo atravesaba en ese momento.

El reconocimiento internacional llegó a través de sus grabados, que mantenían el estilo “delheziano”, en donde se conjuga lo real y lo ficticio. Una línea expresiva destacable, entre el color y blanco y negro, y siempre desafiando la imaginación.

Su obra, por demás diversa, comprende esculturas, grabados, pinturas, dibujos, y está expuesta en galerías y museos del país y el extranjero, pero también en colecciones privadas. Sin embargo, en su taller son incalculables los dibujos en sus libros y pinturas.

En el último tiempo no grababa, pero siempre estaba inventando algo: una técnica, herramientas, el último tiempo pintó con cera, pigmentos de colores, jeringas... La obra es una locura. No sé el número, pero hay cientos de cuadernos llenos de dibujos, y estaba traspasando dibujos chicos a escala. Por eso es tan variada en técnica, concepto, temáticas y su estilo es identificable. Se fue divirtiendo con lo que lo atravesaba en el momento. Incluso en el hospital no dejó de dibujar”, rescata Iván.

Como docente fue humilde y generoso con sus alumnos. La vivía como una vocación y una oportunidad única para continuar aprendiendo en el intercambio permanente en el aula.

Cuando hablaba de docencia, decía que sentía que los estaba estafando a los alumnos, porque él aprendía más de ellos. Y no se guardaba nada, si tenía una técnica se las enseñaba a los chicos, no era celoso de lo que hacía. Entendía que si él entregaba esa idea o descubrimiento, alguien iba a evolucionar y hacer algo mejor”, explica.

Gran Premio de Honor “Presidente de la Nación” sección Grabado, Salón Nacional de 1999.
Gran Premio de Honor “Presidente de la Nación” sección Grabado, Salón Nacional de 1999.

De Delhez a Delhez

Si hay una palabra que me da consuelo es la palabra ‘tiempo’, porque fue mucho lo que viví y disfruté con él. Nuestros talleres están separados por treinta metros y compartimos permanentemente todo el trabajo. Pero me enseñó una forma de pararme en la vida y una educación donde nos inculcó todos los oficios, siempre de la mano del arte. Tenemos algo que cada cosa que se nos pasa por delante, es modificable al arte”, reflexiona hoy Iván.

Padre de él y Simón, Cristian transmitió naturalmente su trabajo y búsqueda con sus herederos, pero jamás con la visión y presión de que sigan el mismo camino. Por una cuestión de madurez, su hijo menor fue quien de la mano de la arquitectura y las artes visuales compartió la misma pasión.

Cristian Delhez junto a sus hijos Ivan y Simón.
Cristian Delhez junto a sus hijos Ivan y Simón.

En 2019 realizaron la muestra conjunta “Astillas en juego”, que los unió aún más en esa búsqueda incesante que se respiraba a diario en su taller en Chacras de Coria.

“Me dejó esa forma de pararse ante el arte, con esa seriedad y diversión. Porque ante el papel y el momento que estamos solos somos todos genios, pero en la realidad está la crítica y la mirada del otro. No había trabajo mío que no pasara por su crítica. También la de mi mamá, mis dos abuelos eran artistas. Era respetuoso de la obra del otro, pero severo, no tenía pelos en la lengua. Conmigo era muy crítico, pero siempre humilde. También me pedía una devolución de su trabajo y formaba parte de nuestra cotidianidad”, recuerda.

La permanencia de su obra

Cristian Delhez estaba trabajando en una nueva exposición en Chacras de Coria, su lugar en el mundo. Sentía que a sus 75 años le debía a su ciudad una oleada de arte, que los vecinos pudieran toparse con sus pinturas y dibujos.

Fue despedido en una ceremonia íntima, y como forma de continuar con su legado, en diciembre inaugurarán una muestra en el Café Pulcino de ese lugar.

Estábamos organizando una muestra en ese café. Él era habitué del lugar y su voluntad era hacer esa muestra, entonces decidimos continuar con la organización y la vamos a hacer en diciembre, para que los vecinos vayan y puedan disfrutar de su obra. No es una muestra antológica, sino una muestra de lo que él quería mostrar en ese momento y en ese lugar. Es una buena oportunidad para despedirlo en un espacio donde a él le hubiese gustado”, adelanta Iván sobre ese proyecto.

Además, su cuenta de Instagram @crisdelhez continuará activa, mostrando parte de su obra y divulgando el espíritu que lo caracterizó en el arte.

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