David Lebón: “Mi suerte es hacerle sentir amor a la gente”

El legendario músico llega el viernes próximo para presentar su último disco, “Herencia Lebón”. Aquí adelanta ese show y confiesa por qué se fue de Mendoza.

David Lebón: “Mi suerte es hacerle sentir amor a la gente”
Lebón llega a Mendoza para presentar su disco "Herencia Lebón".

Cuando quiere hablar del presente, todo se conecta con el pasado. David Lebón acaba de editar su nuevo disco, bajo el título Herencia Lebón, pero en lugar de subrayar el legado que puede representar su fabulosa carrera musical, destaca otra herencia: la que recibió de su madre, especialmente, y que lo convirtió en un músico como pocos hemos podido disfrutar.

El Ruso (tal como se lo conoce) llegará el próximo viernes 30 para presentarse, a las 22, en el Stadium Arena Maipú, justo en el inicio de la gira nacional en la que estrenará este álbum que lleva pocos días en la calle, y en el que repasa canciones de sus discos solistas o de las bandas de las que formó parte.

Así, en versiones renovadas y, en algunos casos, con invitados especiales, aparecen canciones de Seru Giran (Noche de perros, Desarma y sangra, Mundo agradable, Frecuencia modulada), de Pescado Rabioso (Despiértate, nena), de sus primeros discos solistas (Sin vos voy a estallar, No seas dura) y algunos covers selectos, como Blackbird (The Beatles), Layla (Eric Clapton) y No soy un extraño (Charly García). Entre los invitados esta vez están el guitarrista Luis Salinas, la talentosa y joven cantante Luz Gaggi y el polifacético Nicolás Sorín.

Esa es la propuesta que sirve de excusa para el show de Lebón, quien volverá en esta ocasión a tocar en la provincia en la que eligió vivir durante 12 años en lo que, de algún modo, considera una experiencia fallida, a pesar de los muchos frutos que salieron de esa estadía cuyana.

Al teléfono, Lebón agradece con humildad el interés por esta charla. Se nota que está más que satisfecho con el nuevo disco y su emotividad se dispara.

–¿Qué parte es la más valiosa de esta Herencia Lebón, que da nombre a tu disco y al espectáculo con el que llegarás a Mendoza?

–Es un repaso por todo lo que me dejó a mí la vida, sobre todo mi madre, quien me ayudó mucho con la música, me compró mis primeras guitarras y sin tener plata confió en mí…

–Qué increíble que este disco te lleve a esos inicios.

–Es que yo le dije a ella que iba a triunfar, sin saber para nada si iba a poder hacerlo. Cuando salió el primer disco en el que participé, casi se muere de la alegría. Así que con estos shows yo me acuerdo mucho de ella. Mi madre amaba a Los Beatles y me compraba discos. Fue mi primera productora. Acordate de que yo tenía 8 años cuando me fui a Estados Unidos, y allá ella me ponía discos de Los Plateros, Bill Halley o Frank Sinatra. Era una mujer especial. Había nacido por casualidad en China, porque mis abuelos rusos escapaban de la Revolución en Rusia y mi abuela estaba embarazada.

–¿Y qué incluiste en este disco que te lleva a esos momentos?

–Es un repaso por mi carrera y por mi experiencia con otros grandes como Luis (Spinetta), Charly (García) y los amigos que me hice acá cuando volví a Argentina, que automáticamente me dieron su cariño, su amor. Como Pappo, que me llevó a vivir a su casa, o Rinaldo Rafanelli, que me llevó a vivir con él y sus padres y hermanas. Siempre me he sentido muy querido.

–Este disco llega después del exitoso Lebón & Co., construido con duetos. Acá aparecen otras colaboraciones muy especiales, ¿qué podés contarnos de ellas?

–Me gusta mucho eso de estar con artistas de estilos muy diferentes. Luis Salinas, por ejemplo, puede tocar cualquier cosa, lo que quiera. Me honra haber tocado a su lado porque es un gran músico. Y Luz Gaggi es una divina, una persona que recién está empezando, pero tiene una voz espectacular.

–La vida dio sus zarpazos no hace mucho en tu vida, con la muerte de tu hija y de tu hermana. Pasado ese duelo, ¿cómo te sentís en lo personal, en lo artístico y en la salud en este presente que te muestra tan vigente?

–En ese sentido tengo una gran suerte. La música es lo que me gusta hacer, lo que siempre me gustó, pero en realidad soy un buen ser humano también. Y tuve que aguantar lo que cualquier ser humano afronta en la vida. Hubo tiempos en que yo creía que era Superman y  que todo lo malo le pasaba a otros. Pero uno es parte de este planeta, y cuando alguien se va es así, debe entenderlo como parte de la vida. Hoy en día me siento bien como artista, además. Todavía me pongo nervioso antes de salir a cantar, y eso es un buen signo. Me encanta lo que sucede cuando estoy en el escenario. Creo que tuve la suerte de poder hacer sentir amor a la gente, y ellos me lo hacen sentir a mí. Me acostumbré a esa manera y soy muy cariñoso con el público. A veces, cuando uno piensa en uno mismo no lo hace sólo de manera egoísta, sino que uno piensa en cómo te gustaría que te trataran para saber cómo tratar a los demás. Yo pensé siempre así. Viví cosas fuertes, pero amo la vida y hay que disfrutarla porque el tiempo es veloz, como dice la canción.

–Después de los muchos años que viviste aquí, entre fines de los 90 y principios de los 200, para nosotros te convertiste en un mendocino más. ¿Qué balance hacés, después de tanto tiempo, de tu vida en Mendoza?

–Fueron 12 años allí y te lo digo de esta manera: yo tenía 12 rosales en la casa. Cada uno con su nombre. Trabajé mucho en ese jardín, me encantaba regar y me transformé en un hombre de casa. Era lo que buscaba. Vivía con mi perra Zeta y ella fue mi compañera durante 8 años que estuve soltero en Mendoza (N. de la R.: en los otros años vivió con su pareja de entonces, Pata Villanueva). Después vino mi hijo Panchi y empezamos a trabajar junto con Luis Cotiquelli en una banda con la que me encantaba juntarme y tocar en Mendoza. Pero la verdad que me tuve que ir, no hubo otra salida. Yo me entrego al destino, no hago mi destino, hago lo que siento. Y sigo a mi corazón. Y en ese momento mi corazón me dijo que yo era porteño y que las cosas que necesitaba en realidad estaban en Buenos Aires. En Mendoza a veces me faltaba plata para pagar el alquiler, me cortaban la luz, porque no tenía mucho trabajo en Mendoza. Hacíamos lo que podíamos, así que lamentablemente me tuve que ir. Mi idea era hacer una escuela de música en Mendoza, como la que hice en Buenos Aires. Pero no tuve mucha ayuda. Así que volverme a Buenos Aires me hizo bien. Los amigos de Mendoza siempre quedarán.

–Esta es una pregunta difícil. Has sido parte de bandas fundamentales, como Pappo’s Blues, La Pesada del Rock and Roll, Pescado Rabioso, Color Humano, Sui Generis, Espíritu, Polifemo o Serú Girán. ¿Qué momentos de tu carrera ves como más notables?

–La verdad que es muy difícil elegir. Pero hay dos grupos fundamentales para mí, que fueron Pescado Rabioso y Seru Giran. Son los dos grupos que más extraño, y te diría que, sobre todo, Pescado, porque con Luis Alberto Spinetta, además de tocar o componer, teníamos unas charlas muy largas y muy hermosas. Yo aprendí mucho de él. Era un ser humano excepcional, un tipo muy divertido y un gran compositor, un impresionante músico.

–Además del disco reciente, Herencia Lebón, y de la gira de presentación, ¿en qué otras cosas estás trabajando?

–Hace poco terminé un libro junto con Marcelo Fernández Bitar, que va a salir y tardó en terminarse porque era muy gordo (risas). Son memorias, desde la guerra que tuvo mi vieja, hasta ahora, lo más reciente. Hay bastante jugo para ver, se van a conocer muchas cosas privadas que no cuento normalmente. Pero sobre todo es un libro que tiene mucho amor y que demuestra que con ese amor fui criado. Estamos actualmente trabajando con mi esposa Patricia Oviedo y mi manager preparando la edición.

– Alguien como vos, que ha vivido en Estados Unidos, que ha visto desfilar parte de la historia reciente de la Argentina y que hasta fue secuestrado por la triple A en los 70, ¿cómo ve el presente de nuestro país?

–La verdad, sinceramente, ahora estoy como en “otro lugar”. Estoy tratando de que la gente que me va a ver busque dentro de sí misma, que busque lo que no perdió nunca, el amor. Pero como hay mucho nervio en el país, peleas, discusiones, tiros, y eso me pone muy triste, yo lo que hago es hablar un poco con la gente en los shows y comentarle lo que yo siento con el amor. Es en esos momentos cuando sentís el corazón no como algo físico, sino como el que recibe o necesita el amor. Y se siente así y se siente ahí. En el medio del pecho. Cuando hay mucho dolor se te aprieta el pecho, duele mucho. Debe ser algo muy especial todo lo que el Creador hizo por nosotros y no se mete en los problemas que nosotros creamos. Pero siempre ayuda, a veces a través de los artistas que tratan de dar belleza al mundo.

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