De París a Mendoza sin escalas: el actor Alfonso Barón regresa a la provincia con “Un Poyo Rojo”

El intérprete oriundo de la Quinta Sección desembarcará directamente desde Francia con la obra que lo llevó a la cima este 18 de enero en el Teatro Selectro; la cual ya lleva 15 años sobre el escenario y decenas de países recorridos.

De París a Mendoza sin escalas: el actor Alfonso Barón regresa a la provincia con “Un Poyo Rojo”
De París a Mendoza sin escalas: el actor Alfonso Barón regresa a la provincia con “Un Poyo Rojo”. Foto: Hermes Gaido.

Si alguien sabe de hacer teatro, es Alfonso Barón. Él une lo mejor de los puntos vitivinícolas más importantes del mundo: de Francia a Mendoza sin escalas. Persiguió su sueño como a una mariposa y eso lo llevó al lugar menos y más esperado a la vez. Un artista que solo con su cuerpo logró conquistar el paladar cultural de miles de personas en más de 30 países.

Mendocino nacido en la Quinta Sección de Ciudad, estudió teatro y se mudó a Buenos Aires con el fin de perfeccionarse en danza, hasta que un día, una oportunidad inconmensurable tocó su puerta para llevarlo en un viaje alrededor del mundo, para el cual el principal equipaje era su arte.

Parisino por adopción, Alfonso se desenvolvió con soltura y espontaneidad en el mundo del espectáculo no solo como actor y bailarín, sino también como docente y director. El próximo sábado 18 de enero, el intérprete volverá a Mendoza con Un poyo rojo, la obra que lo llevó al estrellato hace 15 años y que sigue presentando hasta hoy.

"Un Poyo Rojo" Foto: Ishka Michocka.
"Un Poyo Rojo" Foto: Ishka Michocka.

En este mano a mano con Los Andes, el artista cuenta su historia desde el principio, cómo fue mudarse a otro país y cómo supo encontrar ventanas abiertas a las puertas que se cerraban.

—¿Cómo comenzó tu pasión por el teatro? ¿En la infancia?

—En realidad no conocía la actuación. Siempre tuve una muy buena relación con el humor desde chico. Se me daba de manera natural hacer reír a mis amigos, era un poco el “payasín” del grupo. Yo vivía en la Quinta Sección de Ciudad de Mendoza, pasaba todos los días por el teatro El Taller de la calle Tiburcio Benegas, que después se mudó a la calle Granaderos. Un día, pasé por ahí y toqué el timbre, me atendió Miranda Sauervein, una de las chicas del teatro. Ella me invitó a que fuera el sábado por la mañana porque había talleres para principiantes. Yo tenía 19 años y en ese momento estaba estudiando Psicología en la Universidad del Aconcagua. En un punto, las cosas se empezaron a superponer, porque empecé a ir al teatro todos los sábados, pero también empecé a rendir exámenes en la facultad los sábados; entonces dejé de ir al taller y a las dos o tres faltas empecé a sentir algo raro, no se por qué. A mí la carrera de Psicología me gustaba mucho, pero mi cuerpo estaba muy quieto de tanto leer y el teatro me mantenía activo. Yo amo el deporte, jugué 15 años al rugby en el Mendoza Rugby Club y hacía deportes de montaña como ski, snowboard, skate. Me di cuenta de que me sentía mal porque había dejado teatro, entonces tomé la decisión de abandonar la carrera y anotarme en la UNCuyo para estudiar la licenciatura y profesorado de Teatro en la Facultad de Artes. Y desde ese momento nunca dejé el teatro, y a través de él fue que conocí la danza. Como me gusta mucho el trabajo corporal dije “esto es increíble, encima se puede bailar”, y entonces empecé a hacer danza con Vilma Rúpolo y al tiempo me fui a vivir a Buenos Aires para perfeccionarme.

—En ese momento, ¿ya trabajabas en proyectos teatrales?

—Sí, con el teatro El Taller y con el elenco de actores de la UNCuyo. Yo empecé a estudiar teatro mientras hacía teatro, y siento que así aprendí más rápido.

Alfonso Barón. Foto: Hermes Gaido.
Alfonso Barón. Foto: Hermes Gaido.

—Y en Buenos Aires, ¿dónde te perfeccionaste?

—Me probé en el Teatro San Martín y no quedé. Me dijeron que, aunque tenía muchas condiciones, ya estaba muy viejo: tenía 23 años. Parece que entran a los 17 o 18 años. Entonces fui con el plan B y entré al IUNA que ahora se llama UNA, la Universidad Nacional del Arte. Y a los dos meses que entré a la universidad, hubo apertura de audición para la compañía del IUNA de danza contemporánea y entré. Trabajé un año en esa compañía, y un año después me llamaron para ser asistente coreográfico de un espectáculo del ballet del San Martín. O sea, no me aceptaron por no cumplir por la edad y un año después aparecí trabajando con ellos.

—¿Cómo llegaste a París?

—En el año 2014 viajaron a Buenos Aires unos productores de París a ver Un poyo rojo, la obra que hacíamos en ese momento en Capital, y nos invitaron a participar de un festival de teatro en Avignon. Nos siguieron invitando y empezamos a hacer giras por Europa, con las que nos fue muy bien. Comenzamos a tener más trabajo allá que en Argentina, así que en 2017 nos mudamos con la compañía Poyo Rojo a París. Somos tres personas: dos intérpretes (yo y Luciano Rosso) y Hermes Gaído, que es el director de la compañía.

—¿Te dieron oportunidades como a cualquiera o tuviste que superar prejuicios por ser extranjero?

—Creo que más que los prejuicios lo que más me costó fue el idioma, porque yo hablaba inglés, y ahora también francés, porque estoy allá desde hace nueve años. Pero al principio no sabía hablar su lengua, porque nosotros entramos al país con todos los papeles, visa de trabajo, con un montón de giras, con un espectáculo muy potente a nivel artístico, es como que siento que ingresé por una buena puerta de entrada y con una aceptación tanto del público como del ámbito profesional. Siento que llegué con una carta de presentación bastante completa. Además, culturalmente ser artista en Francia no significa lo mismo que ser artista en América Latina.

"Un Poyo Rojo", 2014. Foto: Paola Evelina.
"Un Poyo Rojo", 2014. Foto: Paola Evelina.

—¿Por eso decís que les iba mejor haciendo Un poyo rojo en Europa que en Argentina?

—En Argentina nos iba súper bien, pero a nivel público general es distinto. Por ejemplo, en Argentina me preguntaban a qué me dedicaba y yo decía que era actor, entonces repreguntaban y decían: “¿Pero de qué trabajaá?”. Y en Francia, si decís que sos artista, dicen: “Guau, qué prestigio”. Allá el arte está muy valorado y en general la gente es bastante culta, va mucho al teatro, al cine. Pero volviendo a la pregunta anterior, yo siento que nunca tuve problemas de prejuicios por ser latino, que obviamente eso existe en todas partes del mundo, pero como fui con un trabajo bastante armado como te decía anteriormente, con giras y viajes, ya era otra cosa. Además los argentinos solíamos caerle bien a los franceses hasta lo del Mundial 2022 (risas).

—Ahora volvés con Un poyo rojo a Mendoza el 18, ¿qué expectativas tenés?

—Es un sueño volver a Argentina. Ya hemos presentado a la obra varias veces en Mendoza, en el Teatro Independencia, en el Espacio Le Parc y en la Nave Cultural. Esta es la primera vez que vamos a estar en el Teatro Selectro. Pero hace como 10 años que no volvemos a la provincia y como íbamos a hacer fechas en Buenos Aires, Chile y Uruguay pero se nos cayeron algunas, dije: “Quiero ir a Mendoza”. Es mi casa, así que van a ir un montón de amigos y gente que quiero, que quizás nunca pudieron ver este trabajo.

—Acabás de estrenar en París Bibliothèque, ¿qué otros proyectos tenés?

Bibliothèque es mi primera obra como director en París. Este año dirigí tres obras: una fue esa, otra en Barcelona, que se llama Exit, y por último co-dirigí un espectáculo en Burdeos, al sur de Francia. Pero para este año espero seguir con Bibliothèque y con Un poyo rojo. Además, este año voy a abrir una escuela de teatro en París. Somos tres maestros que vamos a dar una formación profesional de tres años y estamos armando todo el plan pedagógico. Es una escuela que va a ser reconocida por el Estado francés, así que ese es un sello oficial muy importante. Tengo un montón de proyectos y obviamente veremos que llegará fuera de lo ya planificado.

"Un Poyo Rojo". Foto: Ishka Michocka.
"Un Poyo Rojo". Foto: Ishka Michocka.

Sobre “Un Poyo Rojo”

Bajo la dirección de Hermes Gaido y protagonizada por Luciano Rosso y Alfonso Barón, “Un Poyo Rojo” fusiona el teatro, la danza, la acrobacia, el clown y los deportes en una propuesta escénica original. La obra se desarrolla en un vestuario, donde dos hombres se enfrentan en un juego de seducción, desafío y confrontación. A través de sus cuerpos, los intérpretes exploran las contradicciones y tensiones de la sociedad actual, mientras una radio en vivo aporta espontaneidad y humor al espectáculo.

Es una obra muda, en la que lo único que habla es el cuerpo y las acciones llevadas a cabo por él. Es divertida y apta para todo tipo de público ya que no se necesita ser un prodigio del arte para poder comprenderla. Es gracias a su falta de dicción que esta puesta en escena ha viajado por el mundo. “La hacemos hace 15 años, hemos hecho más de mil funciones, y hemos estado en 33 países. Es una locura, porque empezamos con un proyecto pequeño que fue creciendo y ahora lo seguimos haciendo tantos años después”, mencionó Alfonso Barón al respecto.

¿Cómo conseguir las entradas?

Este sábado 18 de enero a las 22hs “Un Poyo Rojo” vuelve a Mendoza en el Teatro Selectro con una única función. Las entradas se pueden adquirir por www.entradaweb.com y su precio va de los $15.000 a los $25.000. Sin dudas esta obra maestra promete una noche de verano inolvidable, alimentando la cultura local y promoviendo el teatro como un arte para todos.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA