Parecería que aludir a French y Beruti es como mencionar a esos hermanos siameses que nacen juntos y ya ni la ciencia puede lograr separarlos.
Pero esta es la versión repetida de nuestra historia. Y otra cosa puede ser la realidad. Porque tanto Antonio Luis Beruti como Domingo French, tuvieron ¡y de qué manera!, personalidad propia.
Hoy nos ocuparemos de uno solo de ellos: Domingo French. A él le ocurrió lo mismo que a algunos grandes escritores: muchos los mencionan, pero pocos los han leído. Tal sería el caso de nuestro Borges.
A nuestro protagonista de hoy le ha sucedido en general, lo mismo. Se lo nombra asociándolo con el hecho de ser, con Beruti, el creador de la escarapela. Y nada más. Pero fue mucho más que eso.
Digamos primero que nació un 21 de noviembre de 1774. Buenos Aires, que era la Capital del Virreinato del Río de la Plata, contaba con sólo cuarenta mil habitantes.
En 1802 comenzó a repartir cartas en Buenos Aires. La población no era muy grande y de ella sólo un pequeño porcentaje sabía leer y escribir. Entonces, el trabajo era mínimo. Sólo hacía falta seriedad y corrección. Y lo designaron a French para el cargo, con lo que se constituye en el primer cartero de la nueva nación y el único en ese momento.
Llega 1806 y las Invasiones Inglesas. French, con 32 años, participa primero en la reconquista de la ciudad y luego de la defensa.
Lo designan Teniente Primero del Escuadrón de Húsares y luego es ascendido a Capitán y posteriormente a Teniente Coronel. Y con los sucesos de 1810, participa en las reuniones secretas previas al Cabildo Emancipador.
En mayo, junto con Beruti, acaudilla a jóvenes que se denominan “Chisperos”. Los instruye para que presionen a los cabildantes para que se animen a separarse del gobierno de España, dominada por Napoleón Bonaparte.
Es entonces cuando reparten cintas de colores, similares a los que empleaban los del Regimiento Patricios, para identificar a quienes se adherían a la Revolución.
Ya instalada la Primera Junta, lo ascienden a Coronel y debe partir a Córdoba con una penosa misión.
Le tocará a French encabezar el pelotón de fusilamiento que ejecutará, en Cabeza de Tigre, a cinco conjurados, entre ellos quien fue su jefe en la Reconquista de Buenos Aires: Santiago de Liniers.
Media hora antes de la ejecución, French se acercó a la celda de Liniers y sólo atinó a decirle: “¡Perdón!”. Y las lágrimas le impidieron pronunciar alguna palabra más.
La escarapela fue un símbolo de unión que perdura hasta hoy. El 18 de febrero de 1812, el Triunvirato declara a la escarapela azul y blanca símbolo patrio oficial, a pedido de Belgrano; que desde Rosario pide un distintivo para sus tropas.
Después, circunstancias políticas hacen que Pueyrredón lo destierre a French por dos años a los Estados Unidos.
El mismo Pueyrredón lo indulta posteriormente y French es ascendido a General. A los 45 años abandona el servicio activo e incursiona en la política. Muere 6 años después, a los 51 años, un 4 de febrero de 1825.
Hoy su nombre es recordado en calles de numerosas ciudades argentinas. También se denomina Domingo French una estación ferroviaria del Partido de 9 de Julio en la Provincia de Buenos Aires.
Ya en pleno siglo XX, una resolución del Consejo Nacional de Educación de 1935 —un poco demorada diríamos– instituyó el 18 de mayo de cada año, como día de la Escarapela Nacional. Justa reparación y homenaje a un hombre que sobrepasó su propia sombra. Que quizá creyó que estaba predicando en el desierto. Pero aún así, siguió predicando...
Dedicamos un aforismo final para Domingo French: ”Los elegidos no sólo mostraron la realidad. También ayudaron a modificarla”.