En la última edición de Gran Hermano, la tensión y el drama alcanzaron nuevos niveles cuando Furia y Florencia cumplieron una misión que les encomendó Big.
Su objetivo: hacer que Nicolás se pusiera celoso como parte del juego. El desenlace fue un espectáculo que dejó a todos los espectadores al borde de sus asientos.
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Todo comenzó en una conversación con Big, quien preguntó a las concursantes si tenían alguna misión para proponer. Furia, la personal trainer del grupo, respondió con una estrategia atrevida: “Vamos a hacer que yo estoy enamorada de Flor, ella lo sabe y Nico se tiene que poner muy triste”.
La recompensa por cumplir el plan sería una sesión de película y helado para disfrutar en grupo, lo que incentivó a las chicas a ejecutar su misión con entusiasmo.
La “fiesta patria” se convirtió en el escenario ideal para que Furia y Florencia pusieran en marcha su plan. Las dos participantes comenzaron a mostrar una cercanía inusual, llena de gestos cariñosos y culminando en un beso, todo con el objetivo de provocar los celos de Nicolás.
La reacción de Nicolás
La estrategia funcionó a la perfección. Nicolás, tratando de mantener la compostura, no pudo ocultar su frustración. La situación se intensificó cuando Furia desafió a Nicolás directamente: “¿Qué la tocás? Ahora es mía”. Este comentario, junto con la actitud afectuosa entre las chicas, llevó a Nicolás a buscar consuelo entre sus compañeros de la casa.
“Ahora está jodiendo ¿viste? Yo sé que lo hace porque se divierte, que da risa y que no lo vio. Yo también me rompí las pelotas, pero directamente como no es el tipo de relación que yo tendría, no sé qué decirte”, confesó visiblemente afectado.
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Para añadir más leña al fuego, Furia y Florencia fueron al baño y se corrieron el labial para simular que habían estado besándose apasionadamente.
Este acto final llevó a Nicolás al límite, quien confrontó a Florencia expresando su dolor: “Hola, qué haces. ¿Hacés como que te limpias? Me molesta. Me duele. Me molesta mucho. O sea, no lo puedo ni tragar”.