En sucesivas notas, hemos podido apreciar cómo muchos términos del habla cotidiana van tomando significados diferentes, conforme a los contextos en que aparecen usados. Hoy vamos a detenernos a ver cómo sucede esto con algunos sustantivos que designan nombres de muebles: la ‘cama’, ‘la cuna’, la ‘silla’ y el ‘asiento’.
¿Qué connotación permite que se interpreten de manera correcta las locuciones ‘hacer la cama’, ‘caerse de la cama’ y ‘saltar de la cama’? Si voy al vocablo ‘cama’, observo que su significado denotativo lo describe como un mueble destinado a que las personas se acuesten sobre él; pero lo que nos interesa son las diferentes locuciones: ‘caer en cama’ es sinónimo de “caer enfermo”, como en “Después de tratar de mantenerse en pie, finalmente Julián cayó en cama”. En ese sentido, son análogas las expresiones ‘estar en cama’ y ‘guardar/hacer cama’, usadas para señalar que alguien permanece en ella por motivos de salud. En cambio, con la adición del artículo, varía su valor pues ‘caer en la cama’ equivale a “acostarse rendido y con mucho sueño”: “Luego de trabajar todo el día arduamente, deseaba llegar y caer en la cama”. Y, con una ligera variante, ‘caerse alguien de la cama’ significa, a nivel coloquial, “ser demasiado crédulo”: “Es sumamente ingenua y se cae de la cama pues se cree todo lo que le dicen”.
Cuando existen personas que conspiran contra otra y trabajan en secreto para perjudicarla, se usa la locución ‘hacer la/una cama’: “No logró obtener nada porque sus enemigos le hicieron la cama”.
Las acciones de acostarse y levantarse se reflejan en dos respectivas locuciones, ‘irse a la cama’ y ‘saltar de la cama’; en el caso de esta última, señala la rapidez con que se cumple el hecho de levantarse del lecho: “Es puntual para irse a la cama, pero más de una vez debe saltar de ella porque no oye el despertador”.
Si se toma un sinónimo de ‘cama’, el sustantivo ‘lecho’, vemos que es muy frecuente usar la locución ‘lecho de rosas’, entendiendo por tal una “situación cómoda y placentera”: “Mi vida no ha sido precisamente un lecho de rosas”.
La cama es tomada como equivalente a “pereza, inercia, desidia” y así es recogida en el Refranero multilingüe del Centro Virtual Cervantes: “A la cama no te irás sin saber una cosa más”; también y en este sentido, la Asociación Mexicana de la Lengua incluye ‘Si quieres dinero y fama, que no te agarre el sol en la cama’.
Definida la ‘cuna’ como una “cama pequeña para niños”, puede ser considerada también como sinónimo de “patria” y de “estirpe, linaje, abolengo, alcurnia”: “Exiliado varios años, deseaba regresar a la cuna” y “Es un hombre de cuna humilde pero ilustre”. Si se conoce a alguien ‘desde la cuna’, significa que se lo conoce desde muy niño: “Pasamos la vida juntos y nos conocemos, prácticamente, desde la cuna”. También el refranero recoge paremias con el vocablo ‘cuna’, tal como “Lo que se aprende en la cuna, siempre dura”, con la explicación de que, a lo largo de la vida, siempre se recuerda lo que se aprende de niño, pues se mantienen las costumbres adquiridas en la infancia.
En cuanto a ‘silla’, entendida como un “asiento con respaldo, por lo general con cuatro patas”, el término también da origen a locuciones: ‘dar silla (alguien) a otra persona’ significa “hacer que se siente en su presencia”, como en “En el salón lleno, algunos jóvenes dieron silla a los asistentes mayores”. Por su parte, ‘de silla a silla’ hace alusión al modo de hablar de dos o más personas, que están en conferencia privada: “Cuchicheaban los periodistas, de silla a silla”.
En los distintos ámbitos laborales, siempre hay alguna persona que especula con el cargo de alguien que está en funciones y a quien sueña con sustituir; se tejen intrigas y se arbitran todos los medios para lograr la remoción; la locución que lo refleja es ‘mover la silla a alguien’: “Cada vez que podía trataba de moverle la silla a quien ejercía esas funciones”. Se asocia a otra locución similar, ‘quitar la silla a alguien’, que significa, en forma coloquial, que se le hace perder el puesto a alguna persona.
Hay ocasiones en que alguien se desempeña en un cargo sin ser apto para él; esta inhabilidad queda reflejada en la expresión ‘la silla no es ni para albarda’: “Es tan inútil que no sirve para nada, como la silla que no es ni para albarda”.
Alguna vez hemos recibido la visita de alguien cuya permanencia en nuestra casa se prolonga más de lo deseado; entonces, se alude a esta circunstancia con la locución ‘se le pegó la silla/el asiento’, con la cual se da a entender que se detuvo excesivo tiempo en el lugar de visita: “Ya no la soportábamos, parecía que se le pegó la silla”.
Cercano al valor de ‘silla’ está el del término ‘asiento’, que además de significar “mueble para sentarse”, forma una serie de locuciones con valores varios: ‘estar de asiento’ equivale a “estar establecido en un pueblo o lugar”, similar a ‘hacer/tomar asiento’ o ‘quedarse de asiento’, definido como “establecerse en un sitio”: “Esos inmigrantes tomaron asiento en un terreno fértil y húmedo”.
Cuando alguien no dura demasiado tiempo en un empleo, en un puesto o destino, se alude a este hecho con ‘no calentar el asiento’: “No calentó el asiento por más de tres meses”.
Dejamos dos paremias con las palabras vistas, para reflexión del lector: “Cuando te sientes a la mesa de un gobernante, fíjate bien en lo que te sirven” y el famoso “Quien fue a Sevilla perdió su silla”, que se completa, según el Centro Virtual Cervantes, con “… y quien se fue a Aragón, la encontró”.