Cuando se enfrenta con la obra de Emmanuel Cusnaider atrae por la frescura y el aire limpio que emite. Este joven nacido el 12 de noviembre de 1984, no es neófito de la pintura, ya que lleva años pintando. Su pasado está compenetrado con un lenguaje religioso muy abrumador que lo llevaba a unas catacumbas peligrosas.
Estudiante en un secundario católico, lo influenció muy profundamente iniciándose con la pintura bizantina en la cual tuvo muchos seguidores, permaneciendo durante 18 años en este estilo. Estilo que, a la larga, lo sofocó no sólo por el arte, sino por la temática, el concepto, la ideología, elementos que lo enmarcaban. Decidió, entonces, darle punto final enterrandolo.
Desde allí nació. Este nacimiento fue absolutamente liberador. Fue cerrar una puerta taponándola para abrir otra acristalada que le permitía ver un mundo casi mágico. Este nuevo camino no mata su religiosidad, abre la parte intuitiva, espiritual que le permite tener un diálogo consigo mismo en un espacio de sanación. Reconstruye su vida, es un nacer hacia una entidad más límpida y brillante.
La novedad se advierte por la claridad de su pintura. Me recordó a la pintura de los niños por la pureza, la claridad que hace sentir el perfume primaveral que surge.Del remolino de colores claros puede aparecer una figura no precisamente realista, sino que es descubrir un pájaro en la espesura. Llega a veces, el mensaje de otros artistas que ayudan con su espiritualidad nuevas creaciones.
Así tenemos un recuerdo de Cézanne o de Rembrandt y se vuelca en los rasgos sobresalientes que se adivinan entre las pinceladas de Emmanuel. Es una exposición digna de visitar e introducirse en este panorama fresco y primaveral.
La ficha
Emmanuel Cusnaider”Latir en la pintura”Se puede visitar durante abril y mayo en ArteH, espacio de arte de Hipercerámico (Acceso Norte y Manuel A. Sáez, Las Heras)