Ernesto Suárez: “Mi vida es seguir con proyectos hasta que se termine la película”

El “flaco”, legendario actor mendocino, cumple este lunes 83 años y en diálogo con Diario Los Andes habla de su vida, la muerte y el teatro, su gran amor.

Ernesto Suárez: “Mi vida es seguir con proyectos hasta que se termine la película”

“Yo estoy bien y a punto de morirme” Con esta frase arranca la charla con Ernesto Suárez, que hoy, 9 de enero, cumple nada más y nada menos que 83 años.

El que habla es un hombre que se dedicó a mentir, a jugar a ser otros, y sé que ahora está haciendo lo mismo. Tal vez es la línea de una obra que no conocemos o algo que leyó en algún lado. ¿Cómo se puede morir una leyenda? Las leyendas como él, un hombre que ha hecho tanto por el teatro latinoamericano, son eternas. Viven para siempre en el recuerdo de la gente, en las anécdotas de los suyos.

Me presento y me cuenta que su nieta se llama como yo. Me dice que es linda y me pregunta si yo lo soy. Hago un silencio y dice que lo importante es ser buena persona. Nos reímos y seguimos con la charla.

Hablar de cumpleaños es hablar de fiesta, pero él no quiere saber nada con un gran festejo. Insiste con la muerte. “Ya me estoy por ir de este mundo” afirma y cuenta que piensa hacer un festejo chiquito con su familia. Tiene un problema en la voz y ya no está para guitarreadas y cantar hasta la madrugada.

Ernesto Suárez: “No he hecho nunca un casting en mi vida”
Ernesto Suárez: “No he hecho nunca un casting en mi vida”

Es un camino larguísimo. Con 23 años, dejó todo atrás por un amor, el teatro. Según él mismo cuenta, trabajaba en la biblioteca de la Facultad de Economía y de un día para otro cambió todo.

No lo estoy viendo, pero me imagino que sus ojos están brillando. Cuando empieza a hablar del teatro su voz adquiere una fuerza distinta. Habla del amor de su vida.

¿Cuándo mirás para atrás, qué ves?, pregunto. “Si miro para atrás me caigo, me tropiezo porque no veo por donde voy”, responde. Nos reímos de nuevo. Es cierto. Para él fue un chiste, pero si uno lo analiza tiene razón. Es tanto lo vivido, es tanto lo recorrido, que sería imposible rescatar algo de ese mar de recuerdos.

“Viví de lo que me ha gustado, le pude comprar una casa a cada una de mis hijas, viví sin amos ni patrones, he viajado por casi todo el mundo y acá he hecho mucho por el teatro, aposté a quedarme cuando me iba mejor en Ecuador. No me quejo, me ha ido bien. Me va bien”, resume el flaco sobre lo que ha sido su vida.

ECUADOR, SU GRAN AMOR

Durante la charla con Ernesto Suárez, muchas veces va a nombrar a Ecuador. Como cuando le pregunto por lo más lindo que le dio el teatro y él responde inmediatamente, su grupo de teatro en Guayaquil.

Ernesto Suárez junto al elenco completo que formó en Ecuador
Ernesto Suárez junto al elenco completo que formó en Ecuador

En Ecuador vivió su exilo. Estuvo 7 años trabajando allá y formó “el juglar”, el grupo más popular de Ecuador. Y ahí nomás llega la anécdota. El flaco se acuerda que hace unos años “se vinieron todos para acá. Los 14, porque murieron dos, se vinieron acá de sorpresa para pasar una semana, saludarme y abrazarme. Eso paga la decisión de hacer teatro”, reflexiona el flaco.

El actor mendocino sigue en contacto con su grupo, que por estos años cumplieron 45 años de trayectoria. Lo invitaron a ir porque la Asamblea Nacional les iba a dar un premio, pero por compromisos asumidos no podía viajar.

Ernesto Suárez junto al elenco completo que formó en Ecuador
Ernesto Suárez junto al elenco completo que formó en Ecuador

¿Y por qué elegiste volver?, la pregunta es inevitable. La respuesta no es otra que los afectos. Suárez recuerda que cuando volvió se reencontró con amigos y supo de muchos que murieron por “los milicos”. Cuando llegó lo esperaba mucha gente y nombra a dos, sus hermanos, el Jorge Sosa y el Pocho Sosa. Con mucho de nostalgia en la voz, el flaco termina por contar que largó todo y se vino. Acomodó las cosas y volvió.

“Añoro mucho porque era todo muy hermoso, pero acá también. He hecho muchas cosas y siento muchas cosas”.

EL FLACO SUÁREZ, PROFETA EN SU TIERRA

Mucho Ecuador, mucho Ecuador, pero el flaco también habla de su Mendoza querida y del cariño de la gente.

El actor mendocino cuenta que cuando sale a la calle lo paran cada 20 metros para charlar o sacarse una foto. “Eso para mí es importante. Es muy lindo. Hay un dicho que dice que nadie es profeta en su tierra, pero siento que se equivocaron. No digo que yo sea un profeta, pero vivo en mi tierra y recibo mucho amor”.

Foto 360°: Ernesto Suárez, actor y director
Foto 360°: Ernesto Suárez, actor y director

Pero ojo que “el cholulaje” no le gusta para nada. ¿Cómo sería esto? “Cuando vienen ‘ay Ernesto, una selfie’ los saco cagando, cuando vienen y me dicen ‘gracias Ernesto por lo que haces por la cultura’ voy y lo abrazo yo y le pido foto”.

LO POPULAR Y EL TEATRO CON CONTENIDO

La carrera del flaco ha sido muy cerca de la gente. Como un Robin Hood de la cultura, se las ingenió para llevar el teatro a los rincones a los que los demás no quiere ir. Llevar cultura es llevar el testimonio vivo de un pueblo, es hacer parte a esa gente que todos excluyen.

El Ernesto es eso, es teatro y gente, teatro y mensaje. Nombra al grupo De Sol a Sol y otra vez siento que se le ilumina la mirada. “Me siento muy feliz con el Grupo De Sol a Sol, es lo que me gusta a mí, trabajar en los barrios. También laburo en teatro, en bares, en cosas así que salen para poder vivir de esto, pero también vivo para esto” reconoce Suárez.

En sus obras hay compromiso y contenido. Una fervorosa crítica al sistema, “como hacía Chaplin o Cantinflas”. Hablamos del mexicano y de una de sus películas, “El analfabeto”. Me cuenta que conoció a un hombre en el penal de Almafuerte que tampoco sabía leer ni escribir y que con 60 años había empezado la escuela.

El sábado a las 22, Daniel Quiroga y Ernesto Suárez estrenan El Contrato. Foto: Oskar Pizarro
El sábado a las 22, Daniel Quiroga y Ernesto Suárez estrenan El Contrato. Foto: Oskar Pizarro

De mil o millones de historias que seguramente tiene el flaco en su caja de recuerdos, sacó esa. La de un preso, en un penal de Mendoza que lo conmovió. El amor que tiene el Ernesto por las cosas simples es admirable.

Quise llevarlo al terreno de la actualidad y preguntarle por los contenidos de las redes sociales y no hubo caso. “No le doy pelota. Apenas mando un Whatsapp. No me meto a Instagram. No sé ni qué mierda es, pero sé que existe. No, no le doy pelota”.

Bueno, sigamos con las cosas simples. ¿Cómo es un día en la vida de el flaco Suárez? “Me levanto no muy temprano. Tengo la costumbre de tomar un café a algún lugar así que voy caminando, porque tengo un problema en la pata y el médico me recomendó que camine, me tomo un café y de ahí me vengo, me pongo a leer un poco porque estoy preparando un par de obras. Esa es mi vida, seguir con proyectos hasta que se termine la película”.

Otra vez la muerte. Ha sido un tema recurrente. En otro momento de la charla le consulté si ya a esta altura había pensado en parar y respondió que no, que ha pensado en morirse. Ya no podemos esquivar más el tema y le pregunto de frente. ¿Cómo te llevas con la muerte?

Ernesto Suárez: "Vivo del teatro y para el teatro"
Ernesto Suárez: "Vivo del teatro y para el teatro"

“Me llevo bien. Si hay que morirse, hay que morirse, lo que no quisiera es morirme mal, morirme sufriendo. Preferiría que alguien me matara o caer en un precipicio”, responde sin filtro alguno. Silencio.

Por momentos sentí que hablaba con alguien que se despedía, pero después eso se desvanecía al escucharlo hablar de proyectos y obras en las que está trabajando.

¿Cómo vas a festejar el lunes? Le pregunto para cambiar de tema y de aire. “Con mis hijas, mis nietos y mi compañera, Mónica Pacheco” responde. Un festejo simple, como las cosas que le gustan a él.

Nombra a sus nietos, Santiago y Emilia, y la pregunta viene sola. ¿Qué mensaje te gustaría dejarles a los chicos? “Que hagan lo que quieran. Que busquen vivir libres”, sentencia el flaco.

Listo, agregar algo más era romper la magia de ese momento. Nos despedimos y le deseo feliz cumpleaños. Me invita a su cumpleaños y le digo que si no hay fiesta grande, no. Nos reímos.

Ochenta y tres años, flaco. Gracias por las risas, gracias por hacernos pensar con tus obras. Gracias.

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