Nuestro léxico atesora palabras que designan todo tipo de realidades, incluso aquellas que duelen y hacen daño. Una de ellas es la palabra ‘traición’ y los términos asociados a este concepto.
¿Qué se esconde en este vocablo? Si vamos, en primer lugar, a su etimología, resultamos sorprendidos por ella: deriva del latín “traditio”, que nos da dos resultados en español. Como cultismo o voz no evolucionada, hallamos ‘tradición’, que explicamos como aquello que se transmite o entrega de una generación a la otra; en cambio, como voz patrimonial o palabra evolucionada, que ha sufrido transformaciones fónicas y gráficas desde el latín al español, encontramos ‘traición’; este concepto también implica entrega de algo, pero al enemigo o al otro bando. Por eso, el diccionario académico define ‘traición’ como la “falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener”: “Sus duras palabras me dañaron y las sentí como una traición a mi amistad sincera”. La locución adverbial ‘a traición’ se interpreta como “alevosamente, faltando a la lealtad o confianza”: “Durante largo tiempo, esos dos colaboradores habían obrado a traición”.
En el ámbito jurídico, se recoge el término como el “delito cometido por civil o militar que atenta contra la seguridad de la patria”: “Lo han juzgado por su traición a los intereses nacionales”. En este sentido, se usa la locución ‘alta traición’ para aludir a aquella cometida contra la soberanía o contra el honor, la seguridad y la independencia del Estado: “Eran dos funcionarios acusados, por su comportamiento, de alta traición a la patria”.
El verbo relacionado con este concepto es ‘traicionar’ que no solamente significa “cometer traición”, sino “fallar a alguien, abandonarlo”, como en “Mi perspicacia nunca me traiciona”. Completa esta familia de palabras el adjetivo ‘traicionero, -a’, definido con el sinónimo ‘traidor’. Este adjetivo es aplicable a los humanos, pero también a los animales, por su comportamiento de reacciones imprevisibles: “Ese mastín es muy traicionero y no se sabe cuándo puede atacarte”. Además, también un acto puede indicar falsía y ser traidor: “Descubrimos cierta mirada traicionera”, “Lo delató cierto gesto traicionero”. Se aplica asimismo a aquello que puede resultar más perjudicial de lo que parece: “Se trata de un decreto traicionero”. Sobre la base del adjetivo ‘traidor’, se forma el adverbio ‘traidoramente’, que se entiende como “alevosamente, con falsedad”: “No es de confiar, siempre procede traidoramente”.
La baja acción que supone una traición puede ser denotada también por otros sinónimos: ‘alevosía’ es uno de ellos. El término, equivalente a “perfidia”, tiene una definición más extensa: “Cautela para asegurar la comisión de un delito contra las personas, sin riesgo para el delincuente. Es circunstancia agravante de la responsabilidad criminal”. Da origen a la locución adverbial ‘con alevosía’, entendida como “a traición y sobre seguro”: “Los jueces consideraron que el acusado había procedido con alevosía”.
Otro vocablo sinónimo es ‘felonía’ entendida como “acción fea, engaño, deslealtad contra alguien”; en la actualidad, es un término poco usado, pero en la literatura antigua se refería a los vasallos (felones) que actuaban en contra del señor feudal, dueño de sus tierras. Quiebre de la lealtad señala también el sustantivo mencionado ‘perfidia’, que significa “deslealtad, quebrantamiento de la fe debida”; se llega a ese valor por la unión del prefijo “per-” (indica “transgresión, ir más allá de”) y el sustantivo “fides” (“confianza”): “Me dolió profundamente la perfidia oculta detrás de sus palabras”. Término poco usado por el hablante común es ‘prodición’, definido como una entrega traicionera: “Su denuncia fue una prodición”.
Si la traición es considerada una falta de lealtad, son también sinónimos ‘deslealtad’, ‘infidelidad’ y ‘falsía’, aunque no tienen quizás la fuerza negativa de aquel vocablo.
Por otro lado, existen palabras que la mente del usuario relaciona inmediatamente con la idea de traición: se da con el sustantivo propio ‘Judas’, que evoca la figura de Judas Iscariote, por quien Jesús fue vendido; al usar ese nombre como emblemático de “hombre alevoso y traidor”, estamos en presencia de una sinécdoque por antonomasia, dado que se hace referencia al personaje bíblico a través de su principal cualidad negativa, que es su carácter de traidor. También, se recuerda que en este uso no es necesario escribir el nombre con mayúscula inicial, pues se ha transformado en sustantivo común.
El mundo paremiológico nos brinda un extenso repertorio de refranes; así, el Centro Virtual Cervantes nos incluye “La traición aplace, mas no el que la hace”: de la ficha explicativa recogemos el significado de ‘aplacer’, como sinónimo de ‘agradar’; paremia en desuso, cuya idea central es el desprecio, significa que “del traidor desconfía, incluso aquel a quien beneficia la traición porque puede suponer una amenaza”.
La segunda paremia recomendada en el Refranero multilingüe es “El que avisa no traiciona”, de uso actual; su idea primordial es la precaución; su explicación es que se aplica este refrán para prevenir a alguien que tendrá que atenerse a las consecuencias si no respeta algo establecido: “No haga esa operación bancaria porque no se ve transparente, acuérdese después que el que avisa no traiciona”.
A veces, el vocablo ‘traición’ no aparece explícito sino que constituye la idea subyacente: así sucede en el proverbio chino “Es fácil esquivar la lanza, mas no el puñal oculto”, en el que se vislumbra la sutileza con que procede quien tiene intenciones aleves. Lo mismo hallamos en las palabras de Shakespeare: “Hay puñales en las sonrisas de los hombres; cuanto más cercanos son, más sangrientos”, en que se pone de relieve que la falsía duele más cuando proviene de seres y circunstancias muy próximos, de los cuales no se espera el golpe.
Y dejamos para consideración de los lectores tres pensamientos acerca de este vil sentimiento: “La verdad es el alma de los honestos; la mentira, la de los cobardes; la traición, la de los miserables”. “Al cuervo no agrada el asno vivo, sino muerto”. “Quien a dos señores sirve, a ambos traiciona”.