Este martes, Estelita, la ex de Luis Ventura, prendió el ventilador en LAM y contó no uno, sino cientos de detalles sobre la familia Rial. Habló de la relación entre Jorge y Silvia, la época en la que no tenían plata, el pedestal al que se subieron cuando sí la tuvieron, la adopción de las nenas y el destrato hacia las pequeñas. ¿El plus? “venía un varón en camino”, deslizó la mujer sobre la posibilidad de adoptar un tercer hijo.
Con las formas propias de una mujer de barrio, sin cuidar mucho las formas y desde el fondo de su corazón, la ex mujer de Ventura habló de todo y todos. La noche empezó tranquila diciendo que ella se esperaba todo esto que pasó. “Se le tenía que caer la careta” dijo Estelita sobre Jorge Rial, a quien describió como una mala persona.
Una adopción con más sombras que luces
Pero a medida que avanzaba, Estelita calentaba motores para contar más y más secretos. Uno de los que sorprendió a todos fue cuando reveló que Silvia D’Auro realizó todo los trámites de adopción con otra persona que simulaba ser su marido. “Rial no apareció nunca”, dijo la mujer. “¿Fue legal la adopción?” preguntó Yanina Latorre sobre un relato que estaba dejando más dudas que certezas. Al parecer, Rial no quería que se supiese que era él quien iba a adoptar a las niñas, pero en los documentos tenía que figurar su nombre. ¿Cómo hizo para que eso no trascendiera?
Después, la mujer dio detalles del poco cariño con el que criaron a las niñas y contó que fueron las mucamas y niñeras quienes realmente criaron a Morena y Rocío. Pero un dato, a esta altura del relato, paralizó a todos y es que ante la pregunta de si la adopción era una idea de los dos o más de uno que del otro, Estelita respondió que las adopciones venían cuando ellos estaban medio peleados, algo así como una ofrenda de paz o un botín para asegurar la relación.
La ex de Ventura reconoció que Morena es una persona que necesita cariño, pero que tendría que haberlo recibido desde la cuna y no fue así. Uno a uno, Estelita siguió sacando los trapitos al sol de una familia que ella, calladita-calladita, fue observando a través de los años y hoy puede presentar una radiografía sin espacios en blancos porque conoce toda la intimidad.