El eximio pianista mendocino radicado en Nueva York, Emilio Solla, reconocido a nivel internacional por fusionar tango y folclore con jazz, dos veces nominado y ganador de un Latin Grammy, está presentando su nuevo trabajo “El Siempre Mar” en el que participa Antonio Lizana como invitado, virtuoso cantante y saxofonista español quien le da voz y vida a clásicos argentinos como “Luna tucumana”, “Zamba para no morir” y “El arriero”, con un estilo flamenco que se mezcla entre los acordes folklóricos argentinos.
Este cruce particular de lenguajes musicales, se combinan a la vez con el jazz, en una mixtura encantadora que suena cálida y cercana para quien disfruta de cualquiera de estos géneros, enriquecidos -gracias a la maestría de Solla- con los otros dos estilos.
Emilio Solla nació en Mendoza, pero durante su infancia su familia se radicó en Buenos Aires, donde comenzó a estudiar piano en el Conservatorio Nacional a los 8 años. En 1996 emigró a Barcelona y luego se instaló en Nueva York, donde se convirtió en referente del Tango-Jazz, grabando y haciendo giras con artistas como Paquito D’Rivera y Arturo O’Farrill, trabajó con Yo-Yo Ma y Wynton Marsalis y escribió para la Boston Symphony Orchestra y la WDR Big Band.
Después de estar dos veces nominado a los Grammy norteamericanos, en 2020 obtuvo un Premio Latin Grammy por su disco “Puertos” en la categoría “Mejor álbum de jazz latino”, donde competía con artistas como Chick Corea.
Eventualmente, cuando los tiempos de su trabajo se lo permiten, regresa al país para realizar presentaciones en la Usina del Arte, Boris Club y el Centro Cultural Kirchner donde estrena composiciones propias junto a la Orquesta Sinfónica Nacional.
“‘El Siempre Mar’ es su decimotercer trabajo inspirado en los cantes de ida y vuelta que son las variedades de flamenco que surgieron desde el siglo XIX con la inmigración y el cruce con la música latinoamericana. La versión de ‘El arriero’ de Atahualpa Yupanqui muestra el espíritu del álbum: una canción criolla montada sobre unas bulerías al golpe flamencas, con un ritmo de batería inspirado en el huayno andino, conviviendo armoniosamente con el bajo y el piano en clave de milonga. El nombre remite a un poema de Borges: ‘antes que el tiempo se acuñara en días, el mar, el siempre mar, ya estaba y era’”, detalla la gacetilla de presentación del disco.
En este trabajo participan también el peruano Jorge Roeder en contrabajo y el húngaro Ferenc Nemeth en batería y percusión. Además, el álbum cuenta con invitados especiales: la cantante Roxana Amed y un cuarteto de cuerdas argentino integrado por Patricio Villarejo, Javier Weintraub, Cecilia García y Javier Portero.
En charla con Los Andes, Emilio Solla habla de los temas del nuevo disco, de su vida entre España, Argentina y Nueva York y de sus ganas de volver a Mendoza para hacer una presentación en vivo.
Al escuchar “El arriero”, tema que encabeza el disco, es ineludible hacer una comparación -aunque sea parcial- con la versión que hizo Ricardo Mollo del mismo tema y no es apresurado asegurar que e suena mejor.
“A mí me encanta lo que hizo Mollo, una interpretación súper personal y creo que acá también logramos una cosa con este tema que los lleva totalmente por otro lado, pero que también tiene sentido musicalmente, que es lo que más me interesa a mí cuando se reversionan cosas”, comienza diciendo Solla y agrega: “Es una cosa tan delicada, porque no querés sonar igual que el original y tampoco querés hacer un híbrido, uno de estos pastiches que a veces se hacen con el tango el folklore donde no es ni chicha ni limonada”.
“Yo hace muchos años estoy haciendo más música mía, no soy tanto de interpretar cosas de otros, pero en este disco es bastante al revés y para mí era un desafío encontrarle un sentido y un sonido nuevo a esas canciones, además que son tan emblemáticas para nosotros (los argentinos) y que tuvieran entidad propia”, completa.
¿Cómo fue trabajar con Antonio Lizana con un lenguaje musical tan distinto?
Me interesaba mucho trabajar con Antonio que tiene ese lenguaje musical y esa personalidad y realmente estoy muy contento porque hicimos lo correcto que fue tirar los dos ahí en la olla, ir revolviendo, oliendo y viendo que salía. Había mucha libertad y entusiasmo por ver qué salía.
¿Es difícil lograr que un tema interpretado por otros artistas tenga una nueva personalidad?
Sí, la verdad que sí. A mí como músico, como técnico, es una cosa que me preocupa mucho porque soy muy crítico con la música. Esto para mí era un desafío encontrar realmente una entidad propia en esos temas que queríamos versionar que fueran musicalmente atractivas, y que tuvieran un peso propio. Que se juntaran esos dos lenguajes, el mío y el de él, de una manera orgánica.
¿Con qué otro tema te pasó lo mismo?
Con “Zamba para no morir”, que también es un tema tan nuestro, tan querido, nos encanta la versión que quedó que es otro de los que más nos gustan
¿Habías trabajado con Antonio Lizana antes?
Creo que en el 2018, él vino a tocar a Nueva York y teníamos amigos en común. Cada uno había oído hablar del otro y cuando vino al Festival de Flamenco en Nueva York, ahí flipé con el tipo, me encantó lo que hacía y terminamos ese día a las tantas horas (de madrugada) por Nueva York de bares y charlando de música. Hicimos una conexión muy tremenda, y de pronto, hablando de nuestro folklore el tipo se sabía todas las canciones. Se sabía el repertorio entero de Mercedes Sosa. Y como yo ya venía con ganas de encontrar a alguien que cantara -yo canto fatal- para hacer un disco de estas canciones que son como las canciones de mi infancia (mis viejos eran amigos de Jaime Torres, Hugo Díaz, Domingo Cura, esta gente no emblemática de nuestros folklore) esa es la música de mi casa cuando yo era chico. Y yo estaba buscando a alguien que pudiera cantar esto y darle otro rollo más contemporáneo más tirado al jazz. Así se articuló una cosa con Antonio, cuando le comenté esta idea y al tipo le fascinó porque él también hace sus cosas, sus composiciones y de pronto tener la oportunidad de tirarse a hacer un repertorio de temas que le gustaban mucho pero que nunca había tenido la oportunidad de hacer porque no son del palo de él, creo que sintió lo mismo que sentí yo.
¿Entonces, cuál es la temática del disco?
Habla de esa conexión tan fuerte que hay sobre todo entre nuestros colores, el tango un poco menos, pero el folclore sobre todo y la música del sur de España son estilos que están muy conectados rítmicamente y desde muchos puntos de vista. Eso es un poco lo que buscamos en este disco. Es como desandar un poquito en la historia musical de las raíces y volver al origen, a aquellos puntos que los unieron y a partir de los cuales se fueron diversificando los géneros. Es volver al virreinato Río de La Plata, con los españoles trayendo las guitarras y mezclandolas con con los ritmos indígenas y la zamacueca y todo lo que empezó a salir de ahí, que se fue desperdigando hacia Jujuy, Salta, la entrada a Perú y Bolivia y todo lo que está en esa zona.