Un tipo macanudo. Después de hablar un rato con El Flaco Pailos te queda esa sensación, la de que en la charla falta un vino y un asado. Es cordial, simpático y sencillo. Y si bien la tonadita cordobesa le quita solemnidad a cualquier charla, el humorista se pone serio en algunos momentos y da su mirada sobre algunas cuestiones del humor que nos deja pensando.
Al momento de esta entrevista, Pailos está en Salta. Nos cuenta que estuvo hace poco en San Rafael y uno a uno, enumera los puntos del país que va visitando a bordo de la Pailoneta. El viernes 12 va a estar en el Teatro Municipal de Tunuyán y el 13 en la sala verde de La Nave Universitaria. Ambos días a las 21 y las entradas se pueden conseguir por el sitio EntradaWeb.
“Estamos todos en la ruta de nuevo” dice el flaco para ilustrar su travesía por la Argentina y claramente hace alusión a la posibilidad de viajar y volver a pisar escenarios que mucho tiempo estuvieron silenciados por una pandemia nefasta. Esa frase nos lleva a empezar la entrevista por allí, por el recuerdo de una época que fue muy difícil para todos y en la que el humor jugó un papel fundamental para soportar la incertidumbre.
¿Cómo fue la pandemia, cómo la viviste?
Fue muy raro, porque yo justo cuando fue el primer año de la pandemia empezaba un programa de televisión en Córdoba que se llamaba Pailos Bar, que duró dos años. El programa empezó en marzo y teníamos como invitados a artistas y colegas que estaban en Carlos Paz. Después nos mandaron a todos adentro, a descubrir el zoom y el Skype. En eso, la gente empezó a pedir vivos por las redes sociales y realmente yo no tenía idea porque no les daba bola a las redes más que para anunciar los shows y tirar algunas cosas. De pronto me tuve que adaptar y empecé a hacer los vivos, después vinieron los de Plateanet para hacer las streaming en los que la gente pagaba una entradita muy, muy barata y de ahí a la compu.
Me empezaron a llamar empresas para ver si yo podía hacer zoom y aparecer en reuniones que tenían porque no había trabajo presencial. Los gerentes me decían “che, tengo la tropa muy amargada, bajoneada, ¿vos podés aparecer en un zoom y contar unos chistes durante media hora o 40 minutos?”, así que me armé como un teatrito, me compré una tele grande para poder ver el zoom y sí, fue muy loco. Laburé un montón en pandemia y aprendí muchas cosas. En las redes se multiplicaban mis seguidores y empecé a darles más bola. Me di cuenta que mi misión en esa época era hacer divertir a la gente.
También soy un agradecido porque estábamos bien. No me podía quejar. Yo laburaba y seguía estando el programa de tele. Fue muy loco, pero muy lindo, y la verdad que fue bueno servir para eso, para que la gente, en ese momento que estaba todo mal, pueda tener un poco de humor.
En ese sentido, ¿el humor sana?
Sí, yo siempre lo digo cundo empiezo un espectáculo, el humor cura enfermedades, no sé si el Covid, pero levanta el ánimo y te hace sentir mucho mejor. Mucha gente me escribió por mail o por redes sociales y me contaban que habían escuchado mi disco o visto mi canal de YouTube y eso los hizo reír y ver las cosas con un poquito más de positividad. Sí, sirve el humor. Ya levantarse a la mañana, tener buen humor y tomarse las cosas con un poquito más de positividad, creo que mejora mucho. Eso está comprobado científicamente.
¿Se puede hacer humor con todo?
Van cambiando los tiempos. Yo me fui aggiornando y creo que no se puede ser hacer humor con todo. Tengo una hija que tiene 21 años que trabaja y estudia, ella es cantante también, pero labura en otra cosa, y ha sufrido denigración por ser mujer. Yo entendí que había chistes que no se tienen que hacer más. Me fui aggiornando con el tema de las malas palabras cuando pasé del under o del café concert al teatro. Entendí eso y dejé de tocar algunos temas con el humor, por ejemplo, los chistes de gays ya no tienen sentido. Estamos en una sociedad en la que hay que respetar al otro.
Si un rengo hace chiste de rengos, bueno, eso sí. Uno puede tomar un tema personal y hacer un monólogo de eso. Hay cosas que sí se pueden hacer, hay que saber tratarlas. Se puede hacer humor con otras cosas, siempre respetando al otro. Los comediantes y los humoristas podemos adaptarnos. No es difícil.
¿Cómo te llevas con otros géneros en el teatro, por ejemplo el stand up, que ha copado un poco la parada y hay muchos haciendo humor sobre un escenario?
A mi me encanta porque yo hice stand up mucho tiempo antes de que se pusiera de moda. En el año 2000 yo estaba todos los miércoles en un bar y se me iban acabando los chistes, entonces empecé a contar historias mías, anécdotas que me contaban mis amigos que después las convertía en chiste. Hay standuperos que son muy bueno y me encanta.
El humorista cordobés hace mucho Stand Up sin querer porque las historia que contamos nosotros, que nos pasan a los cordobeses, tenemos la facilidad de encontrarle la beta humorística y hacerlas graciosas.
¿El cordobés es gracioso de nacimiento?
Sí. Una reunión de consorcio en Córdoba para resolver temas de los departamentos o del edificio, a los 3 minutos se convierte en un show de chistes porque la gente empieza a hablar huevadas, empieza a inventar cosas, empieza a contar historias y no resolvemos nada del edificio, pero nos cagamos de risa
En el lugar donde más nervioso me pongo cuando hago un espectáculo es acá en Córdoba, porque tengo en el teatro, si son 200 espectadores, 200 humoristas. Por suerte la gente se ríe y la pasa bien.
¿De qué se ríe más la gente?
Yo voy a cumplir 40 años sobre el escenario, de los cuál 30 son haciendo humor, y creo que la gente se ríe mucho de la actualidad. En una época yo hacía mucho humor político y la gente se reía un montón. El público que yo tengo siempre espera los chistes de borrachos, con eso explota la gente. En este show, La Pailoneta, estoy haciendo un doblaje. Le propongo a la gente que se imagine cómo serían las series y películas norteamericanas que nosotros consumimos dobladas al castellano, pero en la provincia donde se dan. Este año traigo División Miami doblada al porteño, Juego de Tronos doblada al santiagueño y Pulp Fiction doblada al cordobés. Cuando la gente ve a John Travolta hablando en cordobés o al personaje de Juego de Tronos hablando en santiagueño, se muere. En División Miami hay un mendocino, así que van a estar presente los mendocinos.
¿Si miras para atrás y evaluas el presente, estás contento con tu camino?
Sí, la verdad es que estoy muy contento. Siempre me gusta recordar la experiencia pasada porque te sirven para mejorar. Estoy muy orgulloso y muy conforme con la carrera que hice. Este año estoy cumpliendo 40 años arriba del escenario, así que estoy muy contento con lo que hice y con lo que voy a seguir haciendo, por supuesto.
¿Con qué se van a encontrar los mendocinos que vayan a ver La Pailoneta?
Hablo un poco de la de lo que me pasó en la pandemia, por supuesto en forma de humor. Algunas historias con mi mujer, con mis hijos y bueno, hablo un poco de fútbol. El nombre del show tiene que ver con la Scaloneta así que cuento historias de fútbol, de la cancha. Muchas historias que me pasaron en algún partido de Belgrano, porque yo soy hincha de Belgrano, y cuento todo eso. No faltan los chistes de médicos, de borrachos y tengo un personaje que es el Charqueño Sietemesino – y acá el humorista nos da detalles de este personaje, pero queremos jugar con el misterio y que vos descubras de qué se trata -. Es una hora y media muy vertiginosa, pero muy graciosa.
Flaco Pailos
La Pailoneta del humor
Viernes 12
21.00
Teatro Municipal de Tunuyán
Sábado 13
21.00
Sala Verde
La Nave Universitaria