El lunes pasado arrancó Got Talent Argentina y Mendoza ya pica en punta. Conducido por Lizy Tagliani y con un jurado de lujo conformado por Abel Pintos, La Joaqui, Emir Abdul Gani y Florencia Peña, el nuevo mega show de talentos de Telefe es un éxito y se apoderó de la televisión en los hogares argentinos.
Atrás, muy atrás, quedaron las primeras tres temporadas de este reality que triunfa a nivel mundial por la profundidad de algunos de los participantes y la espectacularidad de los talentos. La conducción de estas temporadas estuvo en manos de Mariano Peluffo. El jurado estaba conformado por Kike Teruel, Catherine Fulop y Maximiliano Guerra, en el rol del juez más severo y estricto, originariamente en la piel de Simon Cowell, creador del formato.
“Talento Argentino”, como se lo conoció en aquellos años, fue un éxito y el rating explotaba todas las noches. La última edición, emitida en el 2010, fue la más “flojita” de las tres con casi 15 puntos de rating. Hoy, las cifras están por encima de ese número y los números de las redes sociales tampoco son nada despreciables.
Esta nueva temporada tiene un condimento que los realitys de antaño no tenían: las redes sociales. Esta semana, #GotTalentArgentina se convirtió en tendencia casi todos los días, destacando, o mofándose, de la presentación de los artistas. Aunque lo que se robó el protagonismo es la extrema sensibilidad de los jurados, la cual ha dejado una gran catarata de memes en el ciberespacio.
Pero en este espacio, lo que queremos destacar es el rol destacadísimo que ha tenido la provincia de Mendoza. Dos participantes de nuestra tierra, uno nacido y criado y la otra por elección, conquistaron al jurado con talento, humildad y sencillez.
Luciano Gobbi, con el arte en las manos
Luciano tiene 15 años. No habla mucho y es altísimo. Su presentación fue sencilla. Dijo muy poco cuando subió al escenario y sólo se limitó a hacer lo que sabe hacer. Tocar el piano es su mundo, y él con su instrumento son uno.
Verlo tocar es un viaje. El movimiento de sus manos te deja hipnotizado. Cuando terminó de tocar se encontró con un jurado emocionado hasta las lágrimas y un Abel Pintos que lo aplaudió de pie y le dijo que había sido un honor verlo tocar.
Quince años. A veces nos quejamos de que la juventud está perdida, pero hay algunos bien perdidos, como Luciano, que se pierde en la música y hace perder a quien lo escucha.
Diario Los Andes pudo hablar con él y la alegría que transmite es inmensa, como él. Nos cuenta que su mamá le habló del casting y que por eso se presentó. Cuando le preguntamos qué hizo cuando le avisaron que había quedado seleccionado, respondió que fue y abrazó a su mamá. “Estaba feliz”, responde.
Para él todo fue nervios y emoción. Y lejos de pensar que cuando terminó de tocar se calmó. No, ahí venía lo peor. “Estaba nervioso por ver la decisión del jurado. Apenas terminé y vi a Florencia Peña que estaba llorando, y todas las cosas que me dijo Abel Pintos, también me emocioné. Estaba más nervioso que antes de subir”.
Su mamá estaba a un costado del escenario y era un mar de lágrimas, de esas lindas de emoción. Le preguntamos si son muy compañeros y la respuesta fue más que contundente. “Es muy compañera, cada vez que la necesito ella está”.
Su amor por el piano llegó a los 7 años, a través de una materia del colegio. A partir de ahí nunca dejó de tocar y como confesó el día de la audición, cada hora que puede la pasa en el piano.
Su sueño es simple, pero enorme. Quiere ser director de orquesta y compositor de música clásica. Su referente es nada más y nada menos que el pianista y compositor argentino, Daniel Barenboim, reconocido en el mundo entero.
Quince años. Luciano nos cuenta que el día después de que se emitió su presentación quería llegar más tarde a la escuela para no cruzarse con todo el mundo, pero no iba a pasar tan desapercibido. “Apenas abro la puerta están todos con globos, cosas para tirarme, gritando, aplaudiendo, me alzaban”. Su mundo era una fiesta.
Luciano pasó a la próxima instancia del certamen. Ahora habrá que esperar que termine esta primera etapa de audiciones para saber cómo sigue su camino. Cualquiera sea el resultado, su vida ya cambió y su talento lo va a llevar muy lejos.
Carla Masignani: la mujer del botón dorado
Acá tenemos que hacer una aclaración y es ella quien se encarga de levantar la mano y decirlo, cuando arranca la comunicación con Diario Los Andes. Carla no es mendocina. Bueno, lo es por elección, pero nació en General Rodríguez, un pueblo (como lo define ella) al oeste de Buenos Aires.
Al momento del casting en nuestra provincia, ella vivía a pocas cuadras del Espacio Cultural Julio Le Parc y, tal vez, por eso quedó como registrada como mendocina. Creo que muchos coincidirán en que es un orgullo para la provincia tenerla entre nosotros.
La presentación de Carla dio mucho de qué hablar porque ha sido, hasta ahora, la única que consiguió el botón dorado, lo que le asegura el pase a semifinales. Esto es un logro que muy pocos, alrededor del mundo, han conseguido.
Su talento es inexplicable. Más allá de sus dotes artísticos y de su destreza acrobática, el talento de Carla está en dejar sin aliento a quien la mira. Ella llegó, se subió al escenario, empezó a sonar Mercedes Sosa, y desde entonces fue magia.
Abel Pintos quedó sin poder hablar y el resto del jurado elogió su acto con los sentimientos a flor de piel. A la hora de votar, Abel no lo dudó, se paró, estiró la mano y pulsó el preciado botón que todos quieren, pero está reservado para unos pocos.
Sobre su pertenencia mendocina, Carla le cuenta a Diario Los Andes que ella llegó en el 2018 a la provincia. Se enamoró viajando y se vino. Nuestro sol y la Plaza Independencia se convirtieron en su refugio para expresar su arte.
Y es que “Mendoza es amigable para el arte”, confiesa Carla. Ahora está otra vez en Buenos Aires, y nos confiesa que al momento de la entrevista está en el patio de la casa de sus padres, allí, en el General Rodríguez que la vio nacer y por el que todavía, por algún que otro baldío, pasan las ovejas.
Intentó llevar su arte a la Capital Federal, pero el ruido del tránsito y la vorágine del ritmo de la ciudad no es compatible con su arte. Mendoza sí. Sin embargo, las cosas cambiaron. Ahora está haciendo algunos espectáculos en Tecnópolis y también la convocaron desde la carrera de circo de la Universidad de San Martín para algunos eventos.
El futuro de Carla ya tiene un brillo especial y seguramente vendrán grandes cosas. Por lo pronto, los espectadores tendremos que esperar a que el certamen llegue a la instancia de semifinales para volver a verla.
Hay algo que tienen en común estos dos jóvenes talentos y no tiene que ver con sus habilidades, sino que va más adentro. Su sencillez, humildad y cordialidad son cuestiones que no se aprenden, se tienen, y es muchos más importante que cualquier talento.